El Ministerio de Hacienda parece más interesado en discutir del fuero que del huevo. Aunque el Principado había reiterado su voluntad de presentar el plan de ajuste antes de que se reúna el Consejo de Política Fiscal y Financiera, y Rajoy había dado por buenas las intenciones del Ejecutivo asturiano, desde el departamento de Cristóbal Montoro se insiste en que se espera el plan para el próximo viernes. Es un plazo imposible de cumplir, ya que los miembros del Gobierno tomaron posesión de sus cargos el lunes. A finales de semana se enviará a Madrid un primer avance del ajuste, con la intención de tenerlo completado en dos semanas. No tiene sentido forzar más los plazos. Es absurdo que el Ministerio de Hacienda, el más antiguo de los ministerios españoles, con una inveterada fama de ser un centro de trabajo discreto, serio y riguroso, convierta en controversia política la presentación de un plan de ajuste de una comunidad autónoma que tiene voluntad declarada de atenerse a la legalidad. El celo interventor debe concentrarlo en los territorios autónomos que declararon un déficit inferior al real.

El problema de las desmadradas finanzas autonómicas no está en Asturias, sino en regiones como las Baleares, Valencia o Cataluña, con montañas de deuda e ingresos inferiores a los gastos corrientes. El Estado ha asumido un importante aumento del déficit público (2,3% del PIB al terminar el primer cuatrimestre) por culpa de las cuentas maltrechas de varias regiones -casi todas en manos del PP- que obligaron al Gobierno de Rajoy a adelantar 5.000 millones de euros para que hicieran frente a sus pagos. Los llamados “hispanobonos” van a ser una realidad, de modo que con esos títulos las regiones más insolventes podrán financiar su deuda en mejores condiciones.

Asturias se ha endeudado mucho en los últimos años. Ya había empezado la crisis y seguíamos con unos niveles de gasto por encima de lo que aconsejaba la prudencia. No obstante, los desequilibrios económicos de nuestro sistema público no tienen parangón con los excesos cometidos en otras regiones. El plan de ajuste será duro para los asturianos, pero los quebraderos de cabeza al Ministerio de Hacienda se los creerán otros territorios. De forma simultánea, el Estado sale a tapar los agujeros de comunidades autónomas, ayuntamientos y bancos. Mucho trabajo para Montoro.