La discusión de Javier Fernández y José Antonio Griñán sobre el modelo de financiación autonómica demuestra que el debate territorial no se puede encauzar por la vía de la disciplina de partido. Los dos dirigentes socialitas comparten tesis (la España federal), pero al hablar de la distribución de fondos defienden intereses distintos, porque diferentes son las características de Asturias y Andalucía. Nuestra región tiene una población de pequeño tamaño, marcada por el envejecimiento y la dispersión a través de una orografía accidentada. En la última revisión del modelo de financiación autonómica el Principado defendió ponderar el tamaño de la población por las variables del envejecimiento y la dispersión. Andalucía es la comunidad autónoma más extensa y la que tiene una mayor población (más de 8 millones de habitantes), de modo que no le interesa introducir factores que corrijan el tamaño de la población, sino distribuir los recursos según el número exacto de habitantes de cada territorio. A Andalucía, como a Cataluña o a Valencia les interesa revisar el sistema de financiación, porque son las regiones que tienen una menor asignación de recursos por habitante, mientras que Asturias recibe 192 euros más que la media española. Griñán quería tomar ya la decisión de reformar el modelo de financiación y el presidente asturiano pidió que se evaluara según el calendario previsto, sin prejuzgar la conveniencia de modificar el sistema. Fue adoptado el criterio de Javier Fernández y se gana un año hasta tomar la decisión.
El actual modelo de financiación autonómica está herido de muerte por la vía de los hechos. Entró en funcionamiento el año 2010, cuando las dificultades de la crisis económica se agudizaron y al caer en picado la recaudación tributaria no se obtuvieron los ingresos necesarios para financiar el gasto de los servicios públicos. La obligada respuesta de reducir gastos se hizo de forma tardía e insuficiente y los dirigentes autonómicos le echaron la culpa al modelo de financiación.
Sobre el telón de fondo de una Generalitat arruinada, el órdago de Artur Mas sólo se puede reconducir con una profunda modificación del modelo de financiación, de modo que una vez aportados los recursos a la solidaridad interterritorial las regiones ricas sigan teniendo más euros por habitante. Vuelta al “sudoku” de Solbes.