La trascendente reunión de la junta local del PP de Gijón quedó aplazada por razones técnicas o por defectos de forma, que de cualquier manera se puede vestir lo que no pasa de ser una simple disculpa. Al parecer, en el orden del día de la reunión no aparecía explícitamente la convocatoria del congreso, así que no resultaba válido su tratamiento. Algún miembro afín a Mercedes Fernández también planteó que no se podían convocar los congresos sin el plácet de la dirección regional, juntándose dos obstáculos: el orden del día ambiguamente redactado y la falta de autonomía municipal para decidir sobre la materia que se quería abordar. Tras las contradicciones encontradas, se acordó convocar otra junta local que no contenga defectos de forma y se atenga a lo recogido en los estatutos del partido.
Juegos reglamentistas sobre un asunto político. El enfrentamiento entre la posición de la dirección local de Pilar Fernández Pardo y la directiva regional de Mercedes Fernández se ha dado en todos los partidos. El órgano superior (regional) quiere imponer su autoridad sobre el órgano inferior (municipal) y este defiende su autonomía para tomar las decisiones que considere convenientes en su territorio. Con frecuencia, el que manda expone como argumento la letra de los estatutos, que no pasan de ser un texto burocrático que ignoran dirigentes y afiliados de base hasta que surge un conflicto. La rebeldía de los órganos subordinados, como una junta local, si terminara en victoria, dejaría desautorizada a la dirección regional. Estamos ante un pulso de poder, y la batalla se va a dar entre fuero local de Fernández Pardo y la mayoría absoluta de Mercedes Fernández en el PP, recién lograda en el congreso regional.
Al renunciar a los argumentos políticos y optar por los defectos de forma, Mercedes Fernández quiere ganar tiempo. Justo lo que no le interesa a Fernández Pardo. Ahora bien, los defectos de forma y las transgresiones del reglamento sirven para justificar la formación de una comisión gestora, que es lo que busca la dirección regional. El pulso se prolonga y el margen de acuerdo se estrecha. Nada impide más los consensos políticos que las incompatibilidades personales y eso es exactamente lo que sucede aquí. La colisión entre los dos grupos es inevitable. En el 2013 tocará la segunda parte, al llegar el conflicto a las instituciones