El consejero de Presidencia discrepa de las declaraciones de García Vigón, que ligaba la subida de impuestos a las deslocalizaciones empresariales. Según Guillermo Martínez, las empresas se van de Asturias por la situación económica general, no por las alzas tributarias.
La marcha de las empresas no se debe a una sola causa. La recesión económica, con la caída del consumo, produce quiebras empresariales, y aquellos que pueden se buscan un ecosistema más favorable para los negocios. Dentro de un contexto tan desfavorable, las empresas reducen al máximo sus costes, y una carga fiscal excesiva convierte en anticompetitivos las mercancías y los servicios. La fuga de empresas depende de muchas cosas, entre las que están la situación económica general y una política tributaria más agresiva que en otros territorios.
Con la caída de ingresos fiscales es lógico que los gobiernos planteen subidas de impuestos. Lo hizo Rajoy, que en el primer año de mandato logró el récord de 27 subidas tributarias. Zapatero también practicó un alza generalizada de impuestos. Los gobiernos de Álvarez Areces y de Javier Fernández no dudaron en aplicar subidas impositivas. Contra el déficit público se lucha reduciendo gastos y obteniendo más ingresos. No hay que rasgarse las vestiduras ante la política del crecimiento impositivo, porque no responde a una locura asturiana, sino a una práctica más amplia, que llevan a cabo gobiernos de izquierda y de derecha. Ahora bien, aceptado el planteamiento general, vayamos a nuestro caso concreto. Las subidas fiscales previstas, como el incremento del Impuesto de Patrimonio, aportarán en el mejor de los casos 3 millones de euros. Hablo del mejor de los casos porque esa es la previsión gubernamental. ¿Se puede luchar contra el déficit público por esa vía? Está claro que si hay que dejar el déficit en el 1,5% del PIB, y en el próximo año en el 0,7%, la única vía real es el ajuste de gastos. Es muy loable el intento por diseñar un modelo fiscal progresivo, en el que paguen más los ricos que el resto de clases sociales, pero los impuestos además de ser justos deben ser eficaces. Estamos en un punto en el que las subidas fiscales apenas aportan más euros y abonan el clima para la deslocalización de empresas, rentas y patrimonios. De momento, los ricos cuando compran un coche lo matriculan en Madrid o en León.