Al cumplirse un año de la victoria socialista en los comicios autonómicos, los partidos hacen un balance de la gestión de Javier Fernández. La postura más radical es la de Foro, al decir que se trata del peor año para Asturias de la última década, por haber batido el récord de crecimiento del paro, tener el segundo peor dato del PIB en diez años y mantener la tasa de actividad más baja de España. El PP criticó el presupuesto del Gobierno regional, al ser una suma de propuestas heterogéneas, y denunció la nula política de empleo, así como la falta de respuesta a sus ofrecimientos de diálogo. Dos posturas, las de Foro y PP, típicas de partidos de oposición, con distintos matices entre ellos.
Lo más sorprendente fueron las valoraciones de IU y UPyD. La formación de González Orviz afirma que asumió la autoría de los presupuestos, al tratarse de unas cuentas que protegen a los desfavorecidos por la crisis, porque para IU, “lo primero son las personas”. Un discurso retórico, porque hay 114.000 desempleados, sin que el presupuesto haya alterado la cifra ni haya servido para mejorar su sistema de vida. Si IU aprobó la investidura de Javier Fernández y los presupuestos de 2013 es por otras razones. Lo mismo sucede con UPyD, que valora la estabilidad alcanzada este año porque “genera actividad económica y empleo”, para afirmar a renglón seguido que estamos en la peor situación económica de los últimos años. Como sucede tantas veces en política, el discurso va por un lado y las motivaciones reales son otras muy distintas. Añadamos que los grupos parlamentarios de IU y UPyD, por su tamaño, tienen vocación de satélites.
El aspecto más meritorio de la gestión de Javier Fernández está en haber acabado el ejercicio de 2012 con un déficit del 1,04%. Muy por debajo de la cantidad exigida por el Ministerio de Hacienda. Poner orden en las cuentas y ejecutar una política de austeridad, sin provocar una fuerte contestación social, es una tarea en la que fracasaron casi todos los gobiernos. Si este aspecto no se destaca suficientemente es porque la izquierda no hace de la consolidación fiscal bandera de su discurso. Y el mayor error estuvo en la gestión del conflicto de los médicos. El equipo que está al frente de la Consejería de Sanidad tenía suficientes datos como para saber que se estaba metiendo en un carajal. Tardaron tres meses en rectificar.