En un comunicado de seis líneas, Severino García Vigón anunció la presentación de su dimisión como presidente de la patronal a la junta directiva de la Fade, advirtiendo que no lo hace influido por presiones sino por el respeto y consideración que le merecen las siglas de la patronal. El escrito no necesita de exégesis: García Vigón deja el cargo y la decisión se formalizará ante el órgano plenario de la entidad. No caben interpretaciones. Sin embargo, horas más tarde, la Fade emitió una nota aclaratoria -que no aclara nada porque no había nada que aclarar-, en la que añadía que el presidente seguía en el cargo hasta la reunión de la junta directiva para preservar la unidad empresarial.
Tratar de puntualizar lo que no exige puntualización revela que la dimisión del todavía presidente es más compleja de lo que se desprende de la lectura del comunicado. García Vigón despidió la semana dándose el plazo de un mes para decidir, e inicia esta comunicando su dimisión, que se verificará el 5 de junio. El viernes se daba de plazo un mes y ahora gana mes y medio, pero con el compromiso de presentar la dimisión ante la directiva de la patronal. ¿Qué puede cambiar en ese tiempo? Por ejemplo, puede tapar la vía de agua abierta con la acusación de presunto fraude fiscal. Ya se refirió a ello García Vigón, “muerto el perro se acabó la rabia”. Es factible que la junta directiva de la Fade acepte su dimisión, convoque elecciones y a ellas se presente García Vigón, como candidato.
Que los árboles no nos impidan ver el bosque. La dimisión de García Vigón es un hecho que no tiene vuelta atrás. Representantes de grandes empresas se lo pidieron, y no tiene sentido presidir la patronal sin el apoyo de los principales empresarios. García Vigón hizo un gran servicio a la patronal, que tiene mucho más peso y visibilidad que a mediados de los años noventa del siglo pasado, cuando llegó al cargo. Han pasado dieciocho años, tiempo suficiente para dar el relevo a un sucesor, pero sabido es que los líderes empresariales y sindicales no tienen fecha de caducidad. Cándido Méndez va camino de los veintitrés años como máximo líder de UGT. El guión cambió súbitamente con la acusación fiscal, y cualquier intento de volver atrás es inviable. Sobre la Fade, como sobre todas las patronales españolas, sobrevuela la pesadilla vivida con García Díaz Ferrán. Lección aprendida.