En una reunión de trabajo entre el Ministerio de Hacienda y las comunidades autónomas se constató la división que existe en torno a la propuesta de fijar topes de déficit público distintos para cada territorio. Las regiones que incumplieron los objetivos de ajuste en 2012 piden que se les permita terminar el año con desfases entre gastos e ingresos muy superiores al 0,7%, establecido entre el Gobierno y la Comisión Europea. Cataluña, Valencia, Murcia, Andalucía y Baleares defienden esa tesis. Algunas de esas regiones, como Valencia y Murcia, terminaron el pasado ejercicio con un déficit igual o superior al 3%, justo el doble del umbral máximo que se había acordado en el 2012. Por su parte, el resto de gobiernos autonómicos defienden que se siga como hasta ahora, con un mismo objetivo para todas las regiones, sin aceptar excepciones.
Cristóbal Montoro tiene un problema, ya que las reuniones con los consejeros de Hacienda del PP no han servido para adoptar una postura conjunta. El ministro de Hacienda quiere implantar la política del déficit a la carta, de tal forma que la diligencia en el ajuste de Extremadura, Asturias o La Rioja pueda compensar las desviaciones en el gasto de las regiones mediterráneas. Recupera la solidaridad nacional sobre bases paradójicas: los pobres le pagan la fiesta a los ricos. En la política territorial no funciona la disciplina de partido como en otros ámbitos de la actividad institucional. A los alcaldes del PP no les gusta la reforma de la Administración Local del Gobierno y las comunidades autónomas del PP tampoco simpatizan con el déficit a la carta de Cristóbal Montoro.
Si la Comisión Europea concede dos años más al Reino de España para dejar el déficit público de todas las administraciones en el 3%, me temo que el Gobierno va a optar por dar más margen a todas las regiones. Una decisión muy peligrosa, que compromete la política de austeridad anunciada por Rajoy el mismo día que ganó las elecciones. Tenemos, como Estado, el mayor déficit de toda la Unión Europea, así que el peor mensaje que se puede enviar es el de dar licencia para gastar. Sobre todo el problema del déficit, con sus tensiones territoriales correspondientes, sobrevuela un problema político de gran calado, el referéndum de autodeterminación de la Generalitat. Una ecuación con demasiadas variables para Montoro.