En el primer semestre de 2012 el número total de funcionarios en España se redujo en 49.656. En ese periodo, los empleados públicos en Asturias aumentaron en 72. Dado el peso de la población dentro del conjunto nacional, si hubiéramos seguido la misma trayectoria que el resto de España los empleados de la Administración pública en Asturias se hubieran reducido en 1.600. Sólo en Aragón hubo también un aumento del funcionariado. Una vez más, Asturias tiene su propia dinámica política, social y económica, como si fuera una isla regida por sus propios códigos. Tratándose de empleo público no se pude achacar al mercado el vaivén de los números, sino a decisiones políticas y administrativas.
El mejor ejemplo es la Universidad de Oviedo que vio cómo su plantilla crecía en 29 trabajadores. No dudo que las contrataciones se hayan realizado pensando en necesidades perentorias, pero visto desde fuera sorprende que una institución académica que ha pasado de los 43.000 alumnos de mediados los años noventa del pasado siglo a los 24.000 de la actualidad, necesite contar con una plantilla de empleados más alta. La sorpresa aumenta si añadimos que la Universidad pasa por una situación económica muy complicada al bajar la aportación del Principado. Quizás haya que contratar a esos 29 empleados, pero reduciendo otros tantos en distintas áreas. Ningún gerente de una empresa privada en la que los ingresos no alcanzan para pagar los gastos se le ocurre aumentar la nómina de trabajadores. Con todos los respetos para la autonomía universitaria, el Principado debería dar su opinión sobre esas contrataciones. Hace unos días, la consejera de Educación, Ana González, decía que la Universidad tenía margen para reducir gasto, pero no dijo en dónde. No creo que estuviese pensando en el capítulo de personal. Menos alumnos, menos dinero y más profesores. En Asturias casi nunca concuerdan los discursos con los recursos.
Otro ejemplo de coherencia es la Administración del Estado. En los manuales de Derecho Administrativo se la denomina Administración periférica del Estado, y se la debería llamar Administración residual, porque a golpe de traspaso de competencias va tomando la silueta de árbol en otoño, al estar nutrida por la Policía y poco más. No obstante, bajo el mando de Gabino de Lorenzo ha crecido en 131 funcionarios. Qué grandones somos.