La comisión parlamentaria del “caso Renedo” ha sustanciado las responsabilidades políticas con la reprobación del expresidente Álvarez Areces y los exconsejeros, Riopedre, Ana Rosa Migoya y Herminio Sastre. Creo que Ignacio Prendes, impulsor y presidente de la comisión, barajaba esos nombres antes de empezar los trabajos. Sin falta de reuniones, citaciones y fotos podían haber llegado a esa misma conclusión hace tres o cuatro meses o, si me apuran, el primer día de la legislatura. No estamos ante el resultado de una investigación sino ante la ratificación de una previsión.
Si huimos de filias y fobias, podemos responsabilizar a los presidentes de todos los escándalos de corrupción que surjan en sus gobiernos. Esa pauta alcanzaría a Areces, como a Rajoy, Zapatero, Aznar, González, Mas, Feijoo, Aguirre, Chaves, Griñán, De Cospedal, etcétera. En ningún sitio se sigue esa norma. Al contrario, los presidentes quedan habitualmente liberados de esa carga. Prácticamente todos salieron indemnes judicial y políticamente. No recuerdo que ninguna Cámara autonómica cubriera de oprobio a un expresidente. Areces va a inaugurar el rito.
En uno de los primeros interrogatorios de la comisión compareció Areces. Habló de todo convirtiendo las respuestas en un alegato en defensa de su mandato. Para los socialistas en el poder la etapa autonómica empieza con Pedro de Silva y sigue con Javier Fernández, así que Areces se vio obligado a reivindicar su gestión. Recuerdo el papel de los comisionados en el interrogatorio. Con la excepción de una diputada que debutaba en esas lides, los demás estuvieron cabizbajos y titubeantes, abrumado por las explicaciones, desarmados ante el personaje. ¡Qué tropa!
¿Por qué va a condenar la Junta General del Principado al expresidente? Por una simple razón: ninguno de los cinco grupos parlamentarios sale perjudicado. Más claro, aún: de una u otra manera, los cinco salen beneficiados. La condena no crea contradicciones en el tripartito, aunque para mantener las apariencias los socialistas hayan votado en contra. Dejo fuera del análisis al centro-derecha, ya que por razones ideológicas estaría dispuesto a reprobar, íntegramente, al último Ejecutivo de la izquierda. La partida de comisionados sentirá el desasosiego al ver que los muertos que vos matáis gozan de buena salud.