La actualidad política de la región se vuelca en el Ayuntamiento de Gijón. Tras dos años de mandato, PSOE y PP han encontrado un motivo-disculpa para unir sus fuerzas en una operación trascendente: quitarle la Alcaldía a Carmen Moriyón. La negativa de la alcaldesa a dejarse arrebatar sus legítimas competencias sobre la regulación de subvenciones ha permitido a la oposición urdir la trama.
Un pulso por el poder en el Ayuntamiento que ya tuvo precedentes en el Principado. El objetivo de fondo es vaciar de competencias a la Alcaldía para dárselas al Pleno del Ayuntamiento. De seguir ese esquema el equipo de gobierno de Carmen Moriyón quedaría convertido en una marioneta y la oposición desde el Pleno tomaría todas las decisiones. Para hacer una operación así hay que cambiar las normas y en ello está la oposición.
En el año 2005, la Corporación de Paz Fernández Felgueroso aprobó una ordenanza general de subvenciones, dando el poder de decisión a la Alcaldía. Durante seis años el PSOE gobernó con esa norma, sin que surgieran problemas. Cuando en un pleno del Ayuntamiento la oposición trató de abordar cuestiones que estaban bajo la competencia de la alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso no permitió el debate y sacó el asunto del orden del día. Nadie rechistó.
Al llegar Foro al equipo de gobierno, el PSOE consideró conveniente cambiar las reglas del juego, y encontró un aliado natural, IU, y otro antinatural, PP. Me permito llamar aliado antinatural al PP, porque Mercedes Fernández (jefa regional) y Ángeles Fernández-Ahuja (jefa local) declararon decenas de veces que jamás contribuirían a devolver la Alcaldía al PSOE.
Carmen Moriyón, al igual que hizo su predecesora, Paz Fernández Felgueroso, impidió que el Pleno municipal debatiera sobre el cambio de competencias en la concesión de subvenciones para la rehabilitación de fachadas. La oposición (PSOE, PP e IU) en bloque declaró que tal actitud era un ataque a la democracia. De la serie de reacciones me quedo con las palabras del edil, Gabriel Díaz: “El PP siempre estará con los demócratas, aunque no pensemos como ellos”. El dirigente del PP identifica a los demócratas con los representantes de izquierda y confiesa que no razona como un demócrata. Un ejemplo perfecto de la indigencia cultural, política e ideológica de los actuales concejales del PP.
PRINCIPADO
Estamos ante un “déjà vu”. En el otoño de 2011, PSOE, PP e IU se unieron en la Junta General del Principado para arrebatar las competencias sobre el sector público al Gobierno de Foro. Tras retornar al poder en el Principado, lo primero que hicieron los socialistas fue recuperar las competencias sobre el sector. Unas normas para cuando se está en el poder y otras distintas para la oposición. De salir adelante la moción de censura en el Ayuntamiento de Gijón, la izquierda modificaría rápidamente la ordenanza de subvenciones para hacerse con el control de las mismas.
La izquierda siempre estuvo dispuesta a firmar una moción de censura ya que es la manera de salir del pozo en que la dejaron las urnas. Hace falta que la apoye un concejal del PP para que triunfe la demolición. Como la moción de censura es una medida extraordinaria es preciso transmitir el mensaje de excepcionalidad, de anormalidad democrática, que le serviría de coartada al PP ante su electorado para derribar a Carmen Moriyón.
Pero lo que se dilucidaba en el pleno del Ayuntamiento no era una cuestión de democracia, sino de legalidad. Los principios democráticos se concretan en las instituciones que tienen unas normas y usos. El argumento de la mayoría no puede usarse como un salvoconducto para hacer tabla rasa de las leyes. Ni Paz Fernández Felgueroso actuaba autoritariamente cuando impidió al pleno debatir sobre materias de su competencia ni Carmen Moriyón emula a los dictadores cuando reivindica su protagonismo sobre la ordenanza de las subvenciones.
LA TRAMA
Los estrategas de la censura tienen como objetivo hacer indolora la operación para el PP. Al partido de Mercedes Fernández y Ángeles Fernández-Ahuja le toca hacer el trabajo sucio y es preciso minimizar los costes. Una operación con anestesia, de la que se despierta con los socialistas gobernando y el PP haciendo aspavientos desde los escaños de la oposición.
Para hacer más visible el estereotipo del autoritarismo de Carmen Moriyón los tres partidos presentaron el viernes la petición de una nueva celebración de otro pleno extraordinario sobre subvenciones. Y le dieron un ultimátum a la alcaldesa que expira mañana. La reiterada negativa de la alcaldesa a permitir el despojo de sus competencias justificaría la alianza del PP con “los demócratas”.
Los muñidores de la censura tienen un plan que pasa porque sólo un concejal del PP vote con la izquierda y el resto se abstenga, para tratar de preservar la imagen del partido, mientras se logra lo que se buscaba: quitar a Carmen Moriyón y colocar a Santiago Martínez Argüelles de alcalde. Demasiado burdo para que la gente no se dé cuenta de la patraña. Un fraude monumental para el electorado del centro-derecha, tras estar 32 años despotricando contra los alcaldes socialistas.
Los actuales ediles del PP son como las figuras del futbolín que dan patadas a la bola cuando gira la muñeca del jugador. Meros instrumentos en manos de Mercedes Fernández y Ángeles Fernández-Ahuja. A ambas dirigentes les cabrá el dudoso de honor de trabajar en pos del peor resultado electoral de la historia del PP en Gijón en las próximas elecciones municipales de mayo de 2015.
Al final, va a resultar que todo el embrollo de montar una comisión gestora en la organización gijonesa era un trampantojo para devolver al poder a los socialistas.