Cuando iba a ejecutarse la operación derribo se detuvo, inesperadamente, la piqueta. La moción de censura encabezada por PSOE y PP contra la alcaldesa Carmen Moriyón quedó desactivada. El conocimiento por la opinión pública de la antinatural alianza de socialistas y peperos creó un gran disgusto en el electorado del centro-derecha que no acepta el cambio de Moriyón por Santiago Martínez Argüelles. Al clima social se sumó el criterio de Génova, contrario a colaborar en la investidura de un alcalde socialista, cuando Rubalcaba busca apoyos para censurar a Rajoy. El malestar del entorno social y la opinión de los jefes cortó en seco los planes del PP gijonés que ofreció una rueda de prensa para negar con la boca pequeña que hubieran estado negociando con los socialistas la moción de censura.
ULTIMÁTUM
El plan estaba fijado y para eso lanzaron un público ultimátum a la alcaldesa, dando tres días de plazo para que volviera a convocar un pleno municipal extraordinario sobre la ordenanza de subvenciones a fachadas o en caso contrario se atendría a las consecuencias. Una iniciativa extravagante, jamás formulada en el Ayuntamiento de Gijón, al tratar de repetir un pleno a la semana de haberse celebrado. Los grupos de izquierda no necesitaban de coartadas para presentar la moción de censura por registro, pero para el PP era esencial transmitir la falsa imagen de que Carmen Moriyón estaba cerrada al diálogo para presentar la sustitución de la alcaldesa como una forma de restablecer los usos democráticos.
La alarma social ante la operación derribo y el rechazo de Madrid hizo que el ultimátum se volviera contra sus promotores. Carmen Moriyón rechazó la repetición del pleno y la amenaza se diluyó. Transcurrido el plazo de las setenta y dos horas, los portavoces de la oposición guardaron un hermético silencio, sin dar ni la más mínima explicación sobre el abandono de su plan. Es interesante preguntarse por qué un asunto menor, el dispar criterio sobre la ordenanza de subvenciones a fachadas, estuvo a punto de provocar una moción de censura.
PRIMARIAS
Los socialistas sabían que en caso de recuperar la Alcaldía por la vía de la moción de censura pasarían a gobernar el Ayuntamiento de Gijón en minoría, ya que la izquierda sólo tiene 13 concejales. Veintidós meses en el poder sin aprobar presupuestos ni sacar adelante iniciativas no es un panorama estimulante. Una vez realizado el trabajo sucio, el PP marcaría distancias con los socialistas para reconciliarse con su electorado. Vistas estas premisas está claro que para Santiago Martínez Argüelles la moción de censura no era una oportunidad para brillar sino una necesidad para sobrevivir. Veamos.
Subirse a la peana de la Alcaldía supone afrontar las elecciones primarias en la agrupación socialista, a celebrar en 2014, con un margen de seguridad del que ahora carece. La cuota que tienen los socialistas para amañar elecciones primarias ya está cubierta con el tongo de Andalucía, donde hicieron una convocatoria exprés y fijaron un plazo sumario para presentar avales, con lo que lograron la perfección de todo sistema de elección: un solo candidato/a para la pluralidad de electores. En Gijón va a haber primarias de verdad, en las que se presentará algún candidato que es más conocido, aún, que el propio Martínez Argüelles y cuenta con mayor predicamento entre las bases; un líder idóneo para representar una alternativa a la deriva del grupo municipal.
La propia dirección de la FSA tiene dudas sobre la opción tomada en el anterior mandato para dar continuidad a la égida de Paz Fernández Felgueroso, mientras la agrupación gijonesa se ha convertido en un guirigay. Auparse a la Alcaldía es la mejor forma de adquirir ventaja sobre los poderosos candidatos que concurrirán a las elecciones primarias.
PP
Por su parte, los dirigentes del PP partían de un hecho obvio: la eliminación de Foro supone la rehabilitación de los populares. Sin embargo, los mandamases del PP no reparan en que la alianza con la izquierda contra Foro provoca la estampida del electorado popular. Así ocurrió en las elecciones autonómicas del 25 de marzo de 2012 y lo mismo sucederá en los próximos comicios municipales si se alían con el PSOE para derribar a Carmen Moriyón.
La frustrada moción de censura respondía más a los intereses personales de sus proponentes que al electorado que representan. Por eso fueron tan lejos en las negociaciones para sustituir a la alcaldesa hasta incurrir en el esperpento: Pecharromán recabando apoyos en la izquierda para ser el alcalde del centro-derecha, y Santiago Martínez Argüelles barajando cambios en la arquitectura municipal para dar una representación simbólica al PP.
Con esos ingredientes se abrió el pleno sobre el estado del municipio, el pasado viernes, donde Carmen Moriyón recordó que en dos años había reducido en 62 millones la deuda del Ayuntamiento, que en el anterior mandato había elevado Martínez Argüelles, como concejal de Hacienda, en 48 millones. La alcaldesa también señaló que había incrementado en un 19% la inversión en fachadas, un 70% la inversión en colegios, un 26% el gasto en servicios sociales y un 15% el gasto en políticas de empleo. Tras esa exposición, el portavoz socialista exigió a la alcaldesa que presentara una moción de confianza o dimitiera, para terminar diciendo que las calles de Gijón están más sucias.