La visión crítica que tienen los asturianos sobre la Junta General del Principado, recogida en la encuesta de Asturbarómetro, es vista de forma opuesta por el PP y por IU. Para el partido de Mercedes Fernández las conclusiones del sondeo coinciden con sus demandas: descenso del número de diputados y bajada de sueldos. Sin embargo, IU recuerda que los expertos consultados desaconsejaron la reducción de escaños, advirtiendo que la tesis del exceso de diputados busca empequeñecer el papel de la política y debilitar la democracia. IU valora que la Cámara autonómica asturiana tiene dimensiones más reducidas que las de otras regiones y juzga que no es preciso cambiarla.
Las propuestas hechas en su día por la líder del PP regional están en sintonía con las iniciativas de Dolores de Cospedal, en Castilla-La Mancha. La presidenta castellano-manchega fue un paso más allá al quitar el sueldo a los diputados, sustituyéndolo por dietas. Una visión radical que sintoniza con el sentir de la calle, pero que contrasta con los fabulosos sueldos que recibe De Cospedal. Cobrar, anualmente, cuarenta millones de las antiguas pesetas, resta autoridad al discurso de la austeridad. No obstante, las propuestas de Mercedes Fernández resultan muy atractivas al ciudadano medio y no se las puede rechazar con el sobado tópico de que perjudican a la democracia. IU pone como argumento de autoridad las declaraciones de los expertos consultados por el Parlamento, que consideran adecuado el número de escaños. No dudo de la sapiencia de los expertos, pero todos sabemos que se trata de profesores, cercanos a los partidos políticos (algunos fueron de candidatos en sus listas), que comulgan de lleno con todas las “verdades” del establecimiento oficial sobre el gran papel que están desempeñando nuestras instituciones representativas. En la lista de expertos consultados no hay ninguno que difiera de esa visión.
En toda la UE, y en España especialmente, se asiste a un proceso de revisión crítica de las instituciones políticas. Los parlamentarios deberían tomar nota y adoptar medidas en la dirección que marca la voz de la calle. De momento, no hay cambios: largas vacaciones (de verano y de invierno), sueldos elevados, bajísima productividad y una agenda de trabajo ajena a las preocupaciones de los ciudadanos. Qué duro será el despertar.