El Gobierno de Javier Fernández ha encabezado brillantemente la lucha contra el déficit público. Somos una de las regiones más saneadas y cumpliremos holgadamente con el techo de déficit impuesto por Cristóbal Montoro, pese a haber salidos perjudicados en el reparto de las cuotas regionales de déficit. Ya quisieran Cataluña, Valencia o Andalucía presentar unas cuentas como las del Principado.
Cosa distinta son los efectos producidos por las recetas anti-déficit sobre la actividad económica y el bienestar de los ciudadanos. El Gobierno de Javier Fernández ha rehusado calentar la economía, dedicando todas sus subidas fiscales a financiar gasto corriente, dejando la inversión en mínimos históricos y aplazando la respuesta a urgencias sociales, como el desfase en el salario social.
Los gobiernos autonómicos no tienen instrumentos para resolver el problema del desempleo, pero disponen de algunos recursos para paliar sus efectos. Desde el Principado ha faltado voluntad política para jugar ese papel, pese a declararlo prioridad regional. La partida de inversión productiva (364 millones) es la mitad que la presentada un año antes por el Gobierno de Foro (entre grandes críticas de todos los grupos de oposición). Una cantidad insuficiente ejecutada a cámara lenta, para irritación de los ciudadanos. Lo mismo cabe decir del plan de empleo: 16 millones anuales, con seis meses en blanco. En un debate parlamentario, el presidente señaló que tras atender los compromisos ineludibles de gasto sólo quedaban 524 millones disponibles. Una cantidad reducida, pero inmensa comparada con los apenas 16 millones destinados a paliar el mayor problema de Asturias.
PERFIL BAJO
Al débil pulso del Principado se suma el rejón de los presupuestos generales del Estado, que retiran un tercio de los recursos dedicados el pasado año a invertir en nuestra región. ¿De esa forma quiere Rajoy que levante cabeza el PP de Mercedes Fernández? ¿Cómo va a progresar la economía asturiana si las administraciones establecen unos impuestos muy elevados y no revierte ese dinero en inversión?
Ante la atonía económica y el deterioro de los servicios públicos (la evolución de las listas de espera en la sanidad es un buen test) el Principado ofrece un perfil bajo, con escasas y anodinas comparecencias, poniendo distancia con los problemas. Las multinacionales levantan el vuelo de una tierra donde no les salen las cuentas y la Consejería de Economía y Empleo evita levantar la voz, atenazada por sus rutinas. En Presidencia se guarda silencio.
Frente a tanto impacto negativo la defensa de Javier Fernández reside en la arquitectura de pactos políticos y sociales que personalmente construyó; unos con IU y UPyD, y los otros con sindicatos y patronal. Un fuerte blindaje ante la opinión pública que ha empezado a deteriorarse y tiene su prueba de fuego en la reforma de la ley electoral. El pulso sobre la reforma dejará vencedores y vencidos, porque por fin sabremos si en Asturias manda el partido que gobierna o media docena de diputados de la oposición.
OPERACIÓN DE IMAGEN
Ante la erosión del mandato, el Principado ha puesto en circulación tres campañas de imagen: los comités de sabios, la agenda contra la exclusión y el Plan de Ciencia. Reunir a reputados expertos para que dicten las medidas a tomar sobre desarrollo e innovación conlleva el riesgo de que alguien se tome el trabajo de cotejarlas con el contenido de los programas electorales. Casi todas las “novedades” de los expertos estaban en los programas de PSOE y Foro, como aparecía reflejado en una información de EL COMERCIO el pasado domingo.
La agenda contra la exclusión la lidera el Gobierno que tiene colapsado el salario social durante el último año. Los que tienen más hambre deben esperar dieciocho meses para comer. ¿Cómo se puede hablar de reforzar el Estado del Bienestar cuando no se cumple ni con un mínimo de asistencia en una sociedad con el 25% de paro? Si no fuera por el esfuerzo extraordinario de los ayuntamientos y el admirable sacrificio de Cáritas, Albergue Covadonga o la Cocina Económica estaríamos presenciando por las calles escenas decimonónicas.
Y queda el Plan de Ciencia, lanzado entre alharacas por el Principado. Bajo el pomposo titular de “movilizar 1.288 millones en Investigación, Desarrollo e Innovacion” aparece la aportación real del Principado: 391 millones de 2013 a 2017. Para el próximo año se presupuestan 74 millones. ¿Seguro que es así? En realidad, el Principado destinará mucho menos dinero, porque en los 74 millones va incluido un tercio de los sueldos de los profesores universitarios que se dedican a investigar. Como hay 900 profesores en esa situación, podemos pensar que por esa vía se van 18 millones de euros. Sin Plan de Ciencia también el Principado pagaría esos sueldos. A ello hay que sumar la financiación cotidiana de los centros tecnológicos, que el Principado también incluye en el Plan de Ciencia. En resumen, que los recursos específicos del Gobierno regional para el Plan de Ciencia quedarán por debajo de los 50 millones anuales. Y eso que iban a “movilizar 1.288 millones…”
¿Se hablará de todas estas cosas en el debate sobre el estado de la región o asistiremos al juego retórico de izquierdas y derechas?