La primera jornada del debate sobre el estado de la región tuvo como contenido el discurso de Javier Fernández. La intervención fue muy del estilo del presidente del Principado, cautelosa, reservada, haciendo reproches a críticas que todavía no se pronunciaron, y con un guión marcado por prejuicios ideológicos que le impiden presentar de la forma más beneficiosa posible su gran logro en este año y medio de mandato: la reducción del déficit público.
Al inicio señaló que su gran prioridad es la lucha contra el paro, pero una vez hecha esa declaración se olvidó rápidamente del asunto, y cuando tuvo que hacer mención a los planes de empleo lo despachó en cinco líneas dedicadas a describir con tres cantidades las políticas activas de empleo. Si no se habla de inversión productiva y se trata de una manera tan sumaria los planes de empleo, no es creíble que la lucha contra el paro sea la gran prioridad del Gobierno socialista. Como en otras ocasiones, se refirió largo y tendido sobre los servicios públicos, defendiendo la gestión sanitaria hasta el punto de culpar de la huelga de médicos a la ampliación de la jornada impuesta por Rajoy. Esa misma jornada se modificó en todas las comunidades, pero sólo en Asturias los profesionales se embarcaron en un largo paro ya que se les quiso obligar a “recuperar” horas de trabajo tras hacer una guardia de 24 horas. Tremendo sinsentido que pagamos los asturianos con cuatro meses de alteraciones laborales y abultada listas de espera. El presidente recordó todo el esfuerzo hecho en la aplicación de la Ley de la Dependencia, pero al hablar del salario social, volvió a salir a relucir la dichosa aplicación informática que le falta al Principado para convertir 16 meses de retraso en días de espera. Culpar a la tecnología del colapso del salario social no es serio. Máxime cuando llevan un año con esa matraca. Javier Fernández empleó mucho tiempo en argumentar que pese a todos los desaires está dispuesto a dialogar y acordar con Rajoy. Tanta insistencia puede entenderse como un mensaje encriptado a Mercedes Fernández: si me quedo sin aliados vota en blanco los presupuestos. Veremos.
Más de una hora mostrando dudosos logros e incapaz de sacar pecho sobre el éxito que quisieran para sí todos los gobiernos: la consolidación fiscal. Qué alegría embargaría a Rajoy si tuviese el déficit de Javier Fernández.