Tal como se esperaba, el Tribunal Europeo de Estrasburgo ha invalidado la llamada “doctrina Parot” que constituía un muro levantado por el Tribunal Supremo para impedir que los terroristas con máximas condenas no fuesen puestos en libertad a los 20 años de estar en prisión. Hoy, en un pleno extraordinario de la Audiencia Nacional se discutirá sobre la aplicación del fallo de la Corte Europea de Derechos Humanos para el caso concreto de la terrorista, Inés del Río. Tras lo que se decida con Del Río, se examinará el expediente de más presos, ya que sólo en la Audiencia Nacional hay 33 peticiones de anulación de la “doctrina Parot” y otras 23 en el Tribunal Constitucional.
Para compensar el golpe moral que supone el fallo definitivo del Tribunal Europeo, jueces, fiscales, políticos y periodistas insisten en que no tiene que producirse una salida en masa de cualificados asesinos, puntualizando que se estudiarán individualmente los casos y siempre a petición de los interesados. No conviene hacerse ilusiones, lo más probable es que en pocos meses varias docenas de sanguinarios asesinos gozarán de libertad y, lo que es peor, serán recibidos en sus pueblos como héroes. Una copia del vídeo de Juana de Chaos, pero a gran escala. Por si a alguien le queda alguna duda, digamos que los terroristas excarcelados no tendrán que preocuparse por ganarse el pan con el sudor de su frente, porque las instituciones vascas son muy comprensivas para esos casos. Ya lo dijo, ayer, Erkoreka: se trata de respetar los derechos humanos. La primera aplicación del fallo será en la persona de Inés del Río, una terrorista que tiene un palmarés sobrecogedor: 24 asesinatos. Saldrá a la calle habiendo cumplido condena durante 23 años. Es mucho, muchísimo tiempo si hay que pasarlo en prisión, pero en su caso supone menos de un año de cárcel por cada asesinato. Qué barato les resultaba matar a los terroristas en España. Además, hay que tener en cuenta que no consta ninguna declaración de arrepentimiento.
Hagamos autocrítica. Cuando ETA asesinaba a un promedio superior a una víctima a la semana, las instituciones democráticas españolas fueron incapaces de cambiar las leyes para que asesinos reputados tuviesen treinta o cuarenta años de condena efectiva. Con esa imperdonable debilidad formará Del Río la uve de la victoria al cruzar el umbral de la libertad.