IU y UPyD se desvinculan del pacto con el Gobierno de Javier Fernández. Los hasta ahora socios del Principado han reaccionado con virulencia ante la negativa de los socialistas a reformar la ley electoral. Manuel González Orviz afirmó que el presidente Fernández dinamitó la frágil alianza que mantenían con el PSOE. Ante los delegados al congreso nacional de UPyD, Rosa Díez declaró que los socialistas han roto el pacto y el Gobierno asturiano queda en minoría. A partir de ahora, las sesiones parlamentarias serán un calvario para el Principado que tendrá que pelear antes de las votaciones, negociando acuerdos con unos y otros. Estamos ante la pérdida del blindaje armado para la sesión de investidura, con un pacto que no le originaba obligaciones en la tarea diaria y le aseguraba dejar en minoría al centro-derecha. Los cimientos de un mandato apacible.
La ruptura del pacto supone el derrumbe del discurso de la normalidad institucional. Tras recriminar a Álvarez-Cascos la incapacidad de fraguar alianzas para gobernar, resulta que Javier Fernández se encuentra en la misma tesitura. En más de una ocasión el presidente identificó su mandato con lo que él llamó el “fin de la excepcionalidad”, con el retorno al diálogo y las alianzas. El Gobierno de Cascos sería un paréntesis convulso y autoritario entre dos periodos de plenitud democrática, liderados por los socialistas. Una interpretación falaz para cualquier observador de la política asturiana, porque el fracaso del mandato de Foro estuvo directamente relacionado con la política del PP que prefirió aliarse con la izquierda a apuntalar el bloque del centro-derecha. Fue la primera vez que un partido político asturiano se olvidó de su ideología para votar con sus teóricos antagonistas. El castillo de naipes se ha venido abajo.
IU y UPyD se sienten engañados y humillados, y va a ser difícil que olviden el desencuentro sobre la ley electoral, porque su reforma suponía ganancia de escaños que es el bien más apreciado por cualquier partido parlamentario. La legislatura pasa por un punto de inflexión, al cerrar un periodo donde el Principado estaba blindado ante críticas e incumplimientos y estrenar otro definido por la gestión en minoría. El debate sobre los presupuestos de 2014 servirá para medir el grado de soledad del Ejecutivo a 19 meses de las elecciones.