Los asuntos que negocia el Gobierno regional con sus antiguos socios llegan a la Junta General del Principado en forma de pregunta parlamentaria. El retraso en la aplicación de los planes de empleo saltó de la negociación a los escaños. Para Izquierda Unida sólo van consumidos 1,4 millones de los 14,8 previstos; para Dolores Carcedo, consejera de Hacienda, ya se gastaron 11,8 millones y otros tres para formación. José María Pérez, portavoz del PSOE, culpó al Gobierno central del retraso en la aplicación de las partidas. ¿En qué quedamos, está consumido ya todo el dinero o se ejecuta con tardanza por culpa Rajoy? Es curioso que la causa de todas las inhibiciones del Principado sea siempre el Gobierno de España.
Discutir, a la vez, en la discreta mesa de la negociación y bajo los focos del Parlamento es el síntoma más claro de que no hay ningún tipo de entente entre el Gobierno y sus antiguos aliados. A estas alturas, es muy probable que los dirigentes socialistas estén arrepentidos de haber organizado conversaciones preferentes con sus ex socios, en vez de registrar el proyecto presupuestario en la Junta General del Principado y verse las caras con todos los portavoces en la tramitación parlamentaria. Ni la negociación ha servido para recuperar una cierta sintonía ni se avanza en puntos concretos. El portazo de UPyD (un solo diputado plantando al Gobierno y a un grupo con diecisiete escaños) afectó a la imagen del Ejecutivo y la intervención de Ángel González (IU) en la Cámara (“Se acabó el cachondeo; o se cumple lo que se acuerda o vale más no acordar nada”) deja al Gobierno en una posición sumamente incómoda. Una cosa es decir esa frase, fruto de un enfado, delante de cinco o seis personas en la sala que se negocia sobre los presupuestos, y otra muy distinta es pronunciarla ante el plenario de los diputados, que es como destinarla a todos los asturianos.
El Gobierno había pensado que la negociación podía ser una buena ocasión para meter presión a sus ex socios, con el discurso de la responsabilidad institucional y el desastre que supondría dejar a la región sin nuevas cuentas para 2014, y resulta que se ha convertido en un permanente desaire de los antiguos aliados hacia un gobierno al que niegan credibilidad. ¿Qué sentido tiene tratar de convencer a IU de la bondad de su proyecto cuando no hicieron lo pactado para este año?