Los líderes socialistas metabolizan la retirada de la negociación presupuestaria de sus antiguos socios. Hace un año, con la tasa sobre los depósitos de la banca, como propuesta estrella, Javier Fernández presentaba el triunfo del tripartito con las cuentas regionales respaldadas por 23 escaños. Los mismos grupos que entonces consensuaban las partidas no son capaces de dialogar diez días seguidos sin abandonar la mesa de la negociación. Por primera vez, en una década, al Partido Socialista le han cambiado el guión de la negociación. Se acabó la ceremonia de las reuniones secretas con declaraciones ambiguas (“estamos haciendo un esfuerzo extraordinario por llegar a un acuerdo, aunque todavía es pronto para saber…”) y se ha pasado a conocer lugar, hora, interlocutores, orden del día y conclusiones, de cada encuentro. Ese ejercicio real de transparencia se debe a IU y UPyD.
A falta de diálogo entramos en la fase de los soliloquios. El Partido Socialista y el Gobierno sopesan las consecuencias de afrontar los incrementos tributarios propuestos por IU. Están dispuestos a bajar el límite de exención en el Impuesto sobre Patrimonio, dejándolo en 200.000 euros, en vez de los 175.000 que propone IU. No entiendo nada ¿Dado que el límite está en 700.000 euros, tiene sentido discutir sobre si el umbral de pago desciende en 525.000 euros o solo en 500.000? ¿Es un matiz meramente discursivo o encierra una diferencia cualitativa? Este impuesto lo retiró el Gobierno de Zapatero en el año 2008, cuando la crisis económica era ya una realidad, y lo recuperó el propio Zapatero para respaldar la campaña electoral de Rubalcaba en el 2011. Antes del año 2008, el límite de exención del Impuesto sobre Patrimonio estaba en 108.000 euros y la vivienda habitual se incluía si su valor superaba los 150.000 euros. Para ser objetivos digamos que se trataba de un tratamiento fiscal que duplicaba en dureza a la actual propuesta de IU.
Expuestos los datos, se puede afirmar que los circunloquios socialistas sobre el Impuesto de Patrimonio tienen un cariz meramente político, no presupuestario. Es una cuestión de imagen. Javier Fernández no puede ir a la Cámara con el programa electoral de IU traducido a partidas. De ahí los reparos y las cavilaciones del presidente del Principado. Una cosa es predicar el giro a la izquierda cuando se está en la oposición (Rubalcaba) y otra cuando se gobierna (Fernández).