La estación invernal está a punto de finalizar sin que la política asturiana haya dado señales de vida. El solsticio de invierno coincidió con el rechazo de los presupuestos del Principado; llega el equinoccio de primavera sin noticia de la prórroga presupuestaria y sin la más leve alusión a la presentación de créditos extraordinarios por parte del Gobierno de Javier Fernández.
Tuvimos crisis en Ucrania, temporales en el Cantábrico, mafias en el Estrecho y anuncio de referéndum para Crimea, sin contar el debate sobre el estado de la nación del que colgaron los grandes temas de la política nacional, como la recuperación de la economía, el descenso del paro, la consulta catalana, la ley de aborto y los “souvenirs” de la corrupción. En Asturias, nada de nada.
RUTINAS
La actualidad regional es una suma de rutinas, ya que así se puede calificar al hecho de que los servicios públicos estén hechos unos zorros. La consejera de Educación reconoció que desvió para el Museo de Bellas Artes recursos presupuestados para centros escolares, y que destinó más dinero, en diciembre, para reparaciones en colegios que en todo el resto del año. Un ejemplo de orden y planificación.
Otra rutina son las abultadas listas de espera de la sanidad pública, siempre desmentidas por los gobiernos socialistas y ratificadas por los médicos de los hospitales que están a pie de obra. 150 enfermos del corazón llevan más de seis meses esperando una intervención quirúrgica. O se tiene la suerte de poder coger el atajo de las relaciones sociales o la espera se convierte en el primer factor de riesgo para la vida del enfermo.
De rutina hay que etiquetar también el crónico colapso del salario social. Con todos los papeles en regla la gente espera dieciséis meses por la primera paga. La consejera de Bienestar Social asegura que todo cambiará cuando cuenten con una novedosa aplicación informática, y mientras tanto en el staff de la Consejería se producen bajas. Van dos. Ya saben, reumatismos y dolores varios.
No hay política regional, entendiendo por tal un discurso que identifique al Gobierno, reconocible por sus proyectos y propuestas. No busquen en la tienda ni en la trastienda, porque en Asturias no existe esa mercancía. Vivimos inmersos en nuestras rutinas, atrapados entre tópicos.
TÓPICOS
El tratamiento del sector público forma parte de los tópicos del Principado, al calificarlo de reducido y necesario. Forzados por las pérdidas deciden privatizar Sedes. Lo primero que hicieron fue buscar acomodo para trabajadores singulares, que saltaron de Sedes a la Zalia, y luego pusieron la empresa a la venta en el mercado, con la condición de mantener a toda la plantilla. Veinte días para decidir. En un plazo tan breve no hubo ningún valiente –loco- que diera unos millones de euros por la constructora. Fracasado el concurso, presentan un ERE que reduce en dos tercios la plantilla (¿no era un requisito indispensable el mantenimiento de todos los puestos de trabajo?), y se monta un carajal jurídico sobre el camino a seguir. Se refuerza el tópico, aquí las privatizaciones si se hacen por el libro terminan mal. Ensayan el “plan B”.
El HUCA va por su cuarta reforma, la segunda desde que el Principado recibió el edificio. Esta vez la mejora clínica consiste en ampliar los despachos: 665.000 euros. De esta forma avanzará la lista quirúrgica. Como el Huca, con su equipamiento, nos había salido por el módico precio de 400 millones de euros, que pagamos en cómodos plazos de 65,5 millones de euros anuales hasta el 2035, estamos en condiciones de aumentar los gastos con la zona de despachos.
COSTES
Pasamos del solsticio al equinoccio sin que el Principado nos obsequiara con cinco minutos de discurso político. Puestos a ser generosos, encontramos rastros de política en sus cortos mensajes sobre la financiación autonómica. Vamos a cribarlos.
El Principado exige ponderar el envejecimiento de la población, la dispersión y la orografía. Todo conocido. Ese fue el argumento de Álvarez Areces en el año 2009, cuando logró introducir que se segmentara el gasto en la sanidad por estratos de edad, y por eso salió bien parada Asturias con el actual modelo.
A cuenta de la reforma fiscal (temática inseparable del modelo de financiación), pide el Principado un espacio fiscal propio para las comunidades autónomas que el Estado no puede tocar. Craso error. La autonomía fiscal favorece a las regiones ricas y perjudica, a la larga, a las pobres. Es absurdo decir que se asegura de esa forma la estabilidad de los ingresos.
Rebaja de los cupos vasco y navarro. Todos lo celebraríamos con júbilo, pero en las actuales circunstancias es un brindis al sol. Decir “no” a los cupos es tan plausible como gritar, ¡Gibraltar español!.
Clarificar y explicitar el coste de la gestión de los servicios públicos por comunidades autónomas. De entrada, digamos que en la Administración española no hay un sistema acreditado de contabilidad analítica, pero vamos al asunto. El coste del servicio depende de la organización del mismo. ¿Cuánto nos cuesta una plaza en la Educación en Asturias? Dando Ana González 60.000 euros para muchos colegios, caprichosamente escogidos, nos sale por una enormidad. ¿Y cuánto nos cuesta una plaza en la sanidad con la ampliación de los despachos del Huca? No nos rompamos la cabeza, mejor movernos entre inercias y tópicos, del solsticio al equinoccio.