Reunión de la Junta General del Principado para formular preguntas al presidente. Práctica semanal en el Congreso de los Diputados, mientras que en la Cámara asturiana se celebra cada veintiún días. El grupo socialista considera excesivo someter a su líder a una tanda de preguntas todas las semanas. Ante las críticas de la oposición, Javier Fernández manifestó que por mantener las inversiones y los servicios públicos sería capaz de pactar hasta con el diablo. Una frase muy reveladora porque hace unos días pactó los créditos extraordinarios con el PP, mientras que nunca se lo oyó decir algo parecido cuando gobernaba con IU y UPyD. Para un socialista ortodoxo la derecha no es el diablo, pero tampoco anda muy lejos de parecerlo. Si nos olvidamos de las metáforas y entramos en la sustancia del discurso, comprobamos que el paquete financiero remitido por el Principado al Parlamento no asegura el nivel de inversión ni el sostenimiento de los servicios públicos. Los 63 millones destinados a inversión en los créditos extraordinarios no garantizan ni siquiera el débil pulso inversor mantenido el pasado año, y las partidas dedicadas a los servicios públicos son insuficientes para atender la demanda de los ciudadanos. El mejor ejemplo es lo que sucede con el salario social que recibe 23 millones extra, pero necesitaría otros 16 millones más para cubrir las necesidades de las personas que tienen acreditado el derecho a recibirlo.
En la sesión dirigió críticas hacia sus antiguos socios, IU y UPyD. El presidente se mostró “anonadado” ante la negativa de IU a aprobar la ley de endeudamiento. ¿Por qué IU debería apoyar una norma que sólo pactó con el PP? Una cosa es tener una actitud favorable a asumir deudas y otra dar el visto bueno a cualquier operación de financiación sin discutir el contenido de la misma. Así llegamos a la cuestión de fondo sobre los créditos extraordinarios, que fueron diseñados para atender compromisos financieros y favorecer a los ayuntamientos gobernados por PSOE y PP, cuando sólo falta un año para que los alcaldes rindan cuentas en las urnas.
Javier Fernández trató con desdén a Ignacio Prendes al calificarlo de “Robinson político” que ha iniciado un viaje en solitario hacia la “banalidad pública”. Para el presidente UPyD sólo era productiva cuando utilizaba su escaño para dar la mayoría absoluta al PSOE. Puestos a optar, mejor ser Robinsón que florero en el Palacio.