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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LAS ENSEÑANZAS DE TENNECO

El cambio de planes de la dirección de Tenneco, abandonando la idea del cierre empresarial, para dar paso a un redimensionamiento de la plantilla, con prejubilaciones, traslados y bajas incentivadas, ha sido una noticia excelente. Nadie daba un euro por la reapertura de la fábrica y, sin embargo, ya está anunciada. Una victoria así levanta la moral colectiva en una región marcada por el pesimismo, que en su vertiente más benigna se expresa a través del conformismo, una actitud tan frecuente que tal parece una característica propia del medio ambiente asturiano.
Los trabajadores han demostrado que no hay callejón sin salida, siempre que se actúe con inteligencia y decisión. Frente a los agoreros, la implicación de líderes políticos, partidos, sindicatos e instituciones ha tenido una influencia decisiva. Entre los dirigentes que desde el primer momento se pusieron al lado de la plantilla destacan Antonio Masip y Álvarez-Cascos, así lo reconocen los propios trabajadores. De las instituciones, la que más apoyó fue el Ayuntamiento de Gijón, pese a la reducida dimensión de sus recursos económicos y la ausencia de competencias sobre la materia. El equipo de gobierno municipal dio cobertura económica para que el el bufete Uría Menéndez asesorara a la plantilla. Los letrados plantearon la estrategia de declarar nulo el expediente de regulación de empleo y trasladaron a sus clientes un mensaje claro: más allá de las declaraciones, los directivos no se atreverían a cerrar por las bravas la factoría en el caso de producirse una sentencia de nulidad, porque contradecir la sentencia implicaría incurrir en responsabilidades penales.
La rectificación de la empresa tiene otro efecto positivo para los asturianos, al comprobar que el futuro no está escrito. La poderosa multinacional renunció a su objetivo. No hay nada peor que la resignación.
MULTINACIONALES
Esta conclusión encierra una enseñanza para el Principado que tuvo una actitud muy cauta ante las deslocalizaciones de las multinacionales. Cuando Suzuki anunció su marcha de Gijón, el Gobierno regional se limitó a escuchar sus razones. Para el presidente, Javier Fernández, se trataba de una “deslocalización de libro”, ya que era la única planta de la multinacional japonesa que quedaba abierta en Europa. La política de repliegue hacia los países del Oriente en la fabricación de ciclomotores no justificaba la pasividad del Principado. Si desde las instituciones políticas se da por inevitable la fuga de las multinacionales, la puerta queda abierta para futuros abandonos. El Gobierno debe ser beligerante con la estrategia de los cierres traumáticos que provocan daños económicos y, sobre todo, sociales. Basta mirar para otras regiones para comprobar que las instituciones autonómicas no se quedan cruzadas de brazos.
Puestos a decirlo todo, no entendí que en el conflicto de Coca-Cola, solucionado de una forma parecida al de Tenneco (tratamiento del excedente de la mano de obra, mantenimiento de las plantas con actividad recortada o residual), el discurso de la Consejería de Industria haya estado centrado en el boicot al consumo de la bebida. Es lógico que trabajadores y ciudadanos pongan en pie una campaña de ese tenor, pero a los gobiernos les toca otra tarea, volcada en dialogar, plantear alternativas, negociar con la empresa y con otras instituciones, etcétera. No recuerdo que ningún gobierno haya hecho nunca campaña en contra de la venta de los productos de una empresa. En el caso de las tres multinacionales (Suzuki, Coca-Cola, Tenneco) que decidieron marcharse de Asturias, el Gobierno regional equivocó la respuesta: bien sea por inhibición o por recurrir a una munición equivocada.
PUNTO DE INFLEXIÓN
La rectificación de Tenneco marca un antes y un después en la actitud de los trabajadores y la ciudadanía ante la deslocalización de grandes empresas. La principal conclusión es que no son presentables cierres empresariales cuando se registran beneficios y máxime en un territorio que tiene un alto nivel de paro. Se constata que se pueden emprender acciones con resultado positivo, en una región en que el curso de los acontecimientos está regido por inercias inexorables. Es la primera vez en los últimos años que la actuación de agentes sociales e instituciones políticas ha logrado alterar las previsiones.
Sobre la fragilidad de la industria y las temidas deslocalizaciones sobrevuela el discurso barroco de la decadencia asturiana, que desborda los correlatos de la actual crisis económica. La melancolía por el esplendor perdido tiene en la resignación del estamento oficial y de la sociedad civil el reverso de la moneda. Sin ese telón de fondo no se entendería ni se aceptaría la obediente actitud del Principado ante los mandatos de Rajoy, la impotencia ante el diseño esperpéntico dibujado por el Ministerio de Fomento para la comunicación ferroviaria Madrid-Gijón. O el espectacular naufragio de las grandes infraestructuras planeadas y licitadas en la época de prosperidad. Nada sería igual si estuviera vigente un término tan antiguo como el de “compromiso”. Tenneco ha servido para rescatarlo del diccionario.

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por JUAN NEIRA

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