El guión que había pergeñado Rubalcaba para dejar la secretaría general del PSOE en buenas manos no ha estado vigente más de cuarenta y ocho horas. El desafío de Eduardo Madina, diciendo que abandonaría el proceso electoral si las decisiones no las tomaban todos los militantes del partido, ha hecho rectificar al todavía líder de los socialistas. Madina, y también Chacón, querían la apertura de un proceso de primarias para elegir al candidato a presidente de Gobierno, y Rubalcaba propuso un congreso para dilucidar el liderazgo interno, dejando para el otoño la cuestión del cartel electoral. La vieja guardia del PSOE, entendiendo por tal a los dirigentes de la época de Felipe González, muestran recelo hacia las primarias, porque fueron privilegiados testigos de la inauguración de ese proceso en el socialismo español, cuando Borrell desafío al secretario general, Almunia, y le ganó con el apoyo de la militancia. La operación contravino tanto los planes de González que el político catalán dio un paso atrás y Almunia fue el candidato a presidente, perdiendo por goleada frente a Aznar. Sin embargo, la vieja guardia tiene un buen recuerdo de los congresos, porque los ganó todos desde Suresnes, excepto en el año 2000, cuando Zapatero, con el apoyo de Fernando Lastra, se impuso a Bono, Rosa Díez y Matilde Fernández.
Se ha llegado a una solución intermedia, habrá primero congreso y luego elecciones primarias, pero con la novedad de que en el congreso podrán votar los 250.000 militantes. Jáuregui, Chaves y Bono se han pronunciado en contra de esta fórmula, al entender que contradice los estatutos del PSOE, pero tratar de tapar un problema político con ordenanzas es absurdo. Es mucho más democrático que se pronuncien los afiliados a que lo haga un selecto grupo de militantes. Bien es cierto que una vez elegido secretario general, con el voto de todos, sobran las primarias, porque no tiene sentido que la misma gente que elija secretario general vuelva a votar para ratificar al líder del partido como aspirante a presidente.
La principal candidata a la secretaría general es Susana Díaz, dados los excelentes resultados del PSOE andaluz que no tienen parangón en ninguna otra región. A la actual presidenta de Andalucía no le gustan las primarias, basta ver en qué condiciones se plantearon en su tierra, donde las ganó por ausencia de rival. Tras el simulacro, ahora toca pelear en las urnas.