Los tres aspirantes a ocupar el cargo de secretario general del PSOE han participado en un debate sin asperezas, más destinado a confirmar lo que ya sabíamos de ellos que a lanzar propuestas novedosas. En casi dos horas de intervenciones no hubo sorpresas. La presentación de los avales ha servido para dejar la disputa en un duelo entre dos (Pedro Sánchez y Eduardo Madina), con un tercero (José Antonio Pérez Tapias) colocado en el medio para evitar el choque de trenes. Los tres convocarán, en otoño, elecciones primarias para elegir candidato a La Moncloa; Tapias adelantó que no participará en ellas. Sobre el desafío catalán, Sánchez y Madina se acogen a la doctrina oficial fijada por Rubalcaba: reforma de la Constitución y revisión del estatus de Cataluña para encajarla en el nuevo marco federal. Cualquier referéndum pasaría por hacer la pregunta a todos los españoles. Tapias acepta la consulta catalanista con tal de que tenga carácter consultivo. En el candente asunto de la Monarquía, tras la retórica reafirmación de fe republicana, Sánchez y Madina aceptan gobernar con Felipe VI, mientras que Tapia quiere someter la forma de Estado a votación popular. Para que los militantes no tengan dudas, los tres se declaran dispuestos a derogar la reforma laboral y otras “leyes de la derecha”.
En los enfrentamientos electorales la sustancia está en el formato, siendo el resto accesorio. Si se quiere un debate, sin trampa ni cartón, es condición inexcusable que sólo haya dos candidatos. Se pactan las materias y se hacen dos o tres turnos sobre cada una de ellas, con réplicas y contrarréplicas. Bajo esa fórmula hemos visto cara a cara televisados entre González y Aznar, Zapatero y Rajoy, y Rubalcaba y Rajoy. Como Asturias es un territorio atrasado, los líderes políticos rehuyeron hacer encuentros televisados. Sólo hubo, a escala gijonesa, dos debates entre Paz Fernández Felgueroso y Pilar Fernández Pardo, en Canal 10, ganando la exalcaldesa el primero y la exopositora el segundo. Como somos una tierra atrasada nos conformamos con mítines de partido.
El debate se quedó en un mero simulacro, en declaraciones sucesivas de tres señores guiadas por el objetivo de no pisar charcos. El “navajeo” queda para otros ámbitos. El apoyo del aparato a Madina ya quedó contrarrestado por Sánchez, que cuenta con insospechados apoyos en el bando oficialista, como Antonio Trevín y María Luisa Carcedo.