La bajada del IRPF en Castilla-La Mancha deja indiferente al Principado, que se encuentra orgulloso de tener un tipo máximo del 56%, algo que sólo se permiten en Europa, Cataluña y Andalucía, dos tierras gobernadas por nacionalistas y socialistas que viven de pasar las facturas a Rajoy. Así, como suena, las facturas de los farmacéuticos, de los proveedores, las amortizaciones de los créditos, los intereses de los mismos; con todo ello hace un paquete Artur Mas y lo manda a La Moncloa. En lo que va de mandato la broma le salió a la Hacienda del Estado por 42.300 millones de euros, como declaró Rajoy este verano. ¿Quién roba a quién? Un trasvase de dinero sinfín, porque la Generalitat va a festejar este otoño un nuevo logro del autogobierno catalán: 60.000 millones de deuda. Utilizan el derecho a decidir para arruinar la casa.
Guillermo Martínez dice que los gobiernos que bajan los impuestos no tienen los magníficos servicios públicos de Asturias. El consejero de la Presidencia se suma a una de las principales leyendas urbanas del PSOE regional: los servicios públicos, modelo Suecia, que tenemos en esta tierra. Podemos estar en paro, sufrir una enfermedad, tener un pariente atado a una silla de ruedas, que ahí nos espera el bienestar del socialismo, solucionando las demandas con prontitud y acierto. No nos habíamos dado cuenta que estar a la cabeza de Europa en el pago de impuestos es una bicoca si sólo hay un poco más de mil personas esperando más de seis meses por una operación, o si el famoso salario social se disfruta después de estar dieciséis meses haciendo cola, o si las prestaciones de la dependencia llegan, aunque sea más tarde que en cualquier otro territorio. Para qué hablar de la Educación, donde acaba de colgarse en el BOPA el currículo de las materias afectadas por la LOMCE, así que el profesorado tiene algo más de una semana para preparar las clases. Qué barato nos sale la ración de bienestar, ¿verdad?
Un día contaremos cómo se inició en Asturias el bienestar social, que empezó curiosamente por el empleo -que ahora brilla por su ausencia- y no fue precisamente una creación de Felipe González. Y cómo se extendió a la Sanidad, gracias a gestores mucho mejores que los actuales, y qué ocurre en la Educación para que sobrando tanto dinero se administre tan mal (¡el aguinaldo de Ana González!). Datos y argumentos que se estrellan contra la propaganda oficial de los servicios públicos.