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Juan Neira

LARGO DE CAFE

AVALES, CANDIDATOS Y TRAMPAS

El proceso de selección de candidatos y liderazgos internos en PSOE, IU y PP, culminado el pasado fin de semana, ha servido para mostrar el fuerte déficit democrático que existe en las organizaciones (en unas mucho mayor que en otras), que a la postre es el causante de la división interna con que termina el proceso.
Ningún partido quiere que las bases decidan las personas que les van a representar en las instituciones. Si los aparatos partidarios han abierto la mano es por la hostilidad con que les mira la sociedad en plena epidemia de corrupción. Hablar tanto de transparencia obliga a realizar votaciones, aunque dentro de un proceso fuertemente controlado por los responsables de las organizaciones. Factor decisivo en el cambio de postura es la aparición de Podemos con un funcionamiento rompedor: la decisión queda en manos de todo aquel que quiera participar con un teléfono móvil.
Los candidatos oficialistas partieron con una enorme ventaja, adquiriendo los avales para postularse con una pasmosa facilidad, que contrastó con la dificultad para lograrlo, cuando no imposibilidad, de sus oponentes. En el caso de PSOE e IU el sello de la oficialidad supone una ventaja y en el caso del PP es garantía de triunfo.
PSOE
Las primarias socialistas han confirmado que la verdadera competencia no está en las urnas sino en la obtención de los avales. La exigencia del 20% de acreditaciones, impuesta en las agrupaciones municipales, contrasta con el discreto 5% de apoyos que tuvieron que presentar Sánchez o Madina para competir en las primarias. En ninguna organización social, económica, cultural, sindical o empresarial hay que contar con el respaldo de la quinta parte de la masa social para optar a un puesto directivo.
Siendo el 20% de avales una cantidad abusiva, lo que verdaderamente la convierte en una condición antidemocrática es la imposibilidad que tienen los afiliados para avalar a más de un candidato. De esta forma, los candidatos oficialistas, apoyados en el aparato, reclutaron un número máximo de avales, muy por encima del 20%, para dejar a sus oponentes sin posibilidad de competir en las urnas. A ver qué afiliado se atreve a negar a los dirigentes de la agrupación su firma para respaldar al candidato oficial. El voto en urna es anónimo, para la petición de aval es personal y presencial: “firma aquí”.
Descrito el mecanismo, la consecuencia lógica es que aquellos candidatos que no contaban con el sustento de un sector organizado del partido fracasaran en su intento de competir en las urnas. Cuadros del PSOE independientes, con criterio libre, que anunciaron su intención de presentarse como candidatos, no superaron el corte de los avales, caso de Antonio Masip o José Antonio Garmón. Es muy probable que hubieran perdido en las urnas, pero el aparato no quiso dejar margen a la aleatoriedad.
Visto los resultados, llama la atención la dificultad que tienen los candidatos avalados por la FSA para imponerse en agrupaciones cuando las direcciones locales apoyan a otros candidatos. Oviedo y Avilés son dos buenos ejemplos. El hiperliderazgo regional de Javier Fernández fracasa al descender a los municipios. Las derrotas de los hombres de la FSA en los congresos de Siero o Llanes ya lo habían anticipado.
IU
En IU de Gijón se enfrentaron dos candidatos al cargo de coordinador general, en un ambiente convulso, debido a los ataques internos y la dimisión de dos tercios del grupo municipal. El problema en IU no está en avales, sino en que el proceso electoral estuvo controlado por el mismo dirigente que encabezó la operación de acoso y derribo de Jorge Espina, portavoz municipal. ¿Cómo puede el principal amotinado controlar el censo de los que van a elegir al equipo que ponga paz en el barco? El resultado final es la división, evidenciada en un órgano ejecutivo monocolor que coloca a cerca de media organización en la oposición.
PP
Desde los prolegómenos el congreso del PP de Gijón estuvo marcado por el escándalo. Los avatares personales del candidato oficial, David González Medina, pusieron el ingrediente que faltaba a una cita congresual plagada de irregularidades, donde el candidato opositor, Ignacio Riestra, no pudo contar con el censo de afiliados. Pese a los obstáculos alzados, Riestra logó reunir los 500 avales (una cantidad disparatada, jamás exigida), pero no pudo salir airoso de la pantomima de un congreso que no fue tal, moderado por una mesa monocolor (todos afines a Medina) elegida cuando aún no habían entrado en la sala muchos afiliados, que tuvo como único cometido invalidar los avales de Riestra.
En el congreso no hubo ponencias ni intervenciones, toda la atención se concentró en el pucherazo. Decididamente, se pasaron de la raya. Al final, en medio de gritos de, ¡tongo, tongo!, Mercedes Fernández, con la misma mano que mece la cuna, levantó el brazo de Medina. Una escena calcada de los combates de boxeo amañados. La lideresa sentenció: “tiene la mirada limpia”. Hasta la comisión gestora tenía más respetabilidad que el actual equipo de dirección. La solución en mayo: no se pedirán avales y votaremos todos.

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