Esther Díaz frente al mundo. La consejera de Bienestar Social y Vivienda es el miembro del Gobierno socialista que tiene más capacidad para forjar consensos de la oposición. Los cuatro grupos se unieron frente a la reforma de ley del salario social que convierte la ayuda en una paga exprés.
Un salario que se tramitaba a paso de tortuga, con 5.000 solicitantes haciendo cola durante 16 meses, está a punto de convertirse en un pago urgente. Con estas palabras lo anunció la consejera, “en primavera, puede ser marzo, puede ser abril, tendremos el salario social sin espera”. El pasado 6 de octubre, desde estas líneas, yo mismo tuve ocasión de pronosticarlo, “me animo a anunciar para dentro de unos meses una gestión relampagueante del salario social, sin periodo de espera para el solicitante, porque en mayo hay elecciones. Tras los comicios, si el Gobierno repite mandato, volverán a colgarse los ordenadores”.
Los conozco, llevo muchos años observándoles a diario. Hacen siempre el regate de Garrincha y de Luis Ufarte: amago hacia la izquierda y salida por la derecha. Tienen una armadura facial a prueba de aluminosis; se pasan un mandato retrasando los expedientes para no sobrepasar el presupuesto, echando mano de las más peregrinas disculpas, y ahora ante la cercanía de las urnas ponen los pagos al día.
En las prestaciones de la Dependencia también elimina la consejera los retrasos. Había una cola de 14 meses y para dentro de muy poco se anuncia el fin de la espera. En esto hay que reconocer que le ayudó la ministra Ana Mato al borrar de las listas de la Dependencia a los enfermos de alzhéimer y a los que sufren una dependencia leve. Del resto, ya dieron cuenta los quebrantos de la salud, una circunstancia muy frecuente tratándose de personas de avanzada edad: 3.166 nombres se han caído de la lista y el Principado no puede precisar “si han fallecido antes de recibir ayuda”. Quedan en el limbo de los desaparecidos.
Ya se oye el eco de los mítines de mayo, con el candidato orgulloso de haber fortalecido las prestaciones sociales. Un discurso de izquierdas que se permite dar la espalda a la pobreza infantil. Veamos.
POBREZA INFANTIL
Los ayuntamientos confeccionaron un censo de familias en situación de extrema necesidad para incluirlas en el plan contra la pobreza infantil del Gobierno de España. 13.760 familias; 35.000 menores en riesgo de exclusión. La ministra Mato dotó el plan con la sonrojante cifra de 800.000 euros y el Principado la completó con otra partida no menos sonrojante de 600.000. Conclusión: sólo se atiende al 15% de las familias con menores en riesgo, con la ínfima cantidad de algo menos de 2 euros diarios. Un salto hacia el pasado, de los derechos sociales a la limosna.
Por su parte, la Sanidad se adentra en el esperpento. Estamos ante el segundo traslado del Huca: del nuevo edificio al viejo. El viaje de vuelta. Operación añoranza. Los grifos manando agua marrón, tras cuatro meses cerrados, y la larga cola (tercera cola en sólo medio artículo) de pacientes en espera de una prueba de radiodiagnóstico alcanza el año.
Solución, recuperar las viejas máquinas del viejo Huca y enviar a cuatro radiólogos del nuevo edificio al viejo edificio para aumentar la productividad. No se quieren pagar peonadas ni hacer nuevas contrataciones, y el cuello de botella está en los cientos de pruebas realizadas y sin informar. Hace unos días vimos cómo se llevaban camas de otros hospitales al Huca para que los enfermos no durmieran en sillas, y ahora se les ocurre poner en valor el antiguo edificio. El jefe del servicio de Radiodiagnóstico ha dimitido. El consejero Faustino Blanco ingresa por méritos propios en el grupo de gobernantes de excelencia.
En la política del Principado se mantiene fija su preocupación por poner todas las zancadillas posibles a Gijón. Rechaza dos inmuebles ofrecidos por el Ayuntamiento para ubicar un centro de día para el alzhéimer; se niega a aportar los 750.000 que le corresponde para adecentar el solarón; y no entrega los terrenos acordadas en la permuta por la parcela de la Universidad. Nunca recibió Gijón un trato tan hostil de otra Administración.
ARGENTINA
La cara amable, generosa y entusiasta la reserva el Principado para los viajes a América. La última semana de octubre la pasó Guillermo Martínez en Argentina, en un viaje oficial lleno de promesas. Escasean los recursos para el plan contra la pobreza infantil en Asturias, pero en Rosario, Buenos Aires, Paraná y Santa Fe, el consejero de Presidencia no escatimó apoyos: “no hemos quitado ni un euro de las partidas sociales porque no queremos que nadie quede atrás”. Con otras palabras: los ciudadanos argentinos con un abuelo asturiano tienen blindado el cheque social del Principado. Puestos a cortejar el voto de los argentinos, elevó la apuesta: “es el momento de compensar a la emigración por todo lo que ha aportado a la comunidad”.
Ahora entiendo la mecánica del Gobierno socialista: los asturianos pagamos los impuestos más altos de España y así los argentinos disfrutan del Estado del Bienestar. Por fin descubrimos que estaban pintadas en Buenos Aires las líneas rojas que nunca traspasará Javier Fernández.