Tras nueve días de sepulcral silencio, Javier Fernández ha hablado sobre la dimisión de Esther Díaz: fue una buena consejera, todo lo que hizo era legal y dejó el puesto para librarse del escarnio. El presidente esperó que estuviese todo resuelto para dar su opinión, respaldando punto por punto las razones expuestas por Esther Díaz, en la víspera. Si hubiesen trabajado juntos el guión la sintonía entre presidente y exconsejera no sería mayor. Tanta armonía formal plantea contradicciones de fondo. ¿Si no hubo atisbo de irregularidad en el proceder de la consejera, por qué Javier Fernández no la respaldó desde el primer día? ¿Cómo no intentó evitar su dimisión, con el daño que causa a la imagen del presidente abrir una crisis de gobierno a seis meses de los comicios? Como ocurre tantas veces con nuestra clase política, la verdad se diluye en sus explicaciones públicas. Todo indica que las informaciones publicadas por EL COMERCIO causaron un gran impacto en el seno del Ejecutivo. No hubo atisbo de réplica, con la excepción de la primera salida destemplada de al ex consejera en rueda de prensa. Javier Fernández fue fiel a su política de no meter la mano en el fuego por la honradez de nadie y se difundió la consigna del silencio oficial, combinado con reflexiones genéricas sobre la ética de los representantes públicos, realizadas en diversos escenarios. Al verse rodeada del silencio de los suyos, Esther Fernández optó por abandonar el cargo.
El presidente se refirió, igualmente, al acuerdo presupuestario entre el Gobierno y el PP. En este asunto también actuó con retraso, porque el día anterior lo había dado Mercedes Fernández a conocer. Es la primera vez que veo a un líder de la oposición comunicando la primicia de que la región tendrá presupuesto para el próximo año y dando explicaciones sobre el acuerdo. En los próximos días tendremos oportunidad de analizarlo pormenorizadamente, porque no tiene desperdicio. Javier Fernández calificó de responsable el pacto de PSOE y PP, y alabó la receptividad de los populares. Desde la óptica de un presidente de Gobierno es lógica su valoración. Distinto juicio merece el acuerdo si se estudian las cifras. No es el presupuesto de la recuperación económica, precisamente. Sólo va servir para resolver el temor que tenía Javier Fernández de presentarse a las elecciones de 2015 con los presupuestos de 2013. Para sacarle de apuros siempre tendrá al PP.