Las moderadas críticas de los agentes sociales sobre el presupuesto han sido contestadas por el PP ante el silencio del Gobierno. Susana López Ares les ha invitado a renunciar a las subvenciones vinculadas a la concertación social (tres lotes de 450.000 euros para UGT, CCOO y Fade) y a las dietas por asistir a las reuniones del Consejo Económico y Social (100.000 euros), para destinar toda esa masa de recursos a inversión productiva. Lo primero que llama la atención es que un portavoz, teóricamente de oposición, replique de forma tan combativa los comentarios críticos sobre un proyecto del Gobierno. ¿No había dicho Mercedes Fernández que el presupuesto no era del agrado del PP pero que lo apoyaba por responsabilidad con los asturianos? ¿Le sorprende a López Ares que cualquier observador valore como irrisorios los 330 millones destinados a inversión? Dedicar los ingresos que reciben los agentes sociales a inversión apenas representa un incremento del 0,1%. La propuesta sólo tiene como objeto hacer ver que sindicatos y patronal reciben millón y medio de euros del erario público. Nada distinto a lo que ha ocurrido durante largos años con el silencio cómplice del PP. El statu quo asturiano se apoya en tres patas: Gobierno, PP y agentes sociales; las tres son corresponsables de la situación actual, en orden descendente.

López Ares no ha entrado en el meollo del asunto, porque hay una contradicción flagrante entre las propuestas e iniciativas lanzadas por el PP durante este mandato y el visto bueno que da a las cuentas socialistas. Desde mediados de 2012, cuando empezó la legislatura, el PP señaló dos blancos para arrojar su munición: la reforma del sector público y la bajada de impuestos. A punto de terminar el mandato, sólo ha logrado una leve rebaja en un tributo que aporta 32 millones de euros. Los chiringuitos, un término acuñado por el PP durante el último mandato de Álvarez Areces, gozan de excelente salud. La RTPA y Sedes, protagonistas de la supuesta reestructuración del sector público, presentan el mismo desfase entre lo que cuestan y lo que valen que tres años atrás. La inversión productiva y el empleo se sacrifican en aras al inmovilismo. El PP defiende la gestión del PSOE, o guarda un inexplicable silencio cuando se repasa el tratamiento que otorga el presupuesto a Fomento y a Sanidad. Como me decía un miembro de la oposición: “sin precedentes”.