Alberto Garzón, nuevo líder nacional de IU, ha declarado que el rechazo de Podemos a formar candidaturas electorales de la izquierda es una irresponsabilidad histórica. ¿Es mejor realizar candidaturas conjuntas? ¿Hace bien Podemos al acudir libre de ataduras a las urnas?
Cualquier grupo que tenga un éxito electoral tan fulgurante como el de Podemos en las elecciones europeas explota las posibilidades de sus siglas en los siguientes procesos electorales. Si Víctor Manuel o Serrat tuvieran tanto éxito entre el público como hace 30 años harían las giras en solitario. Cuando flaquean las fuerzas se acuerda uno de los amigos. Es una ley universal. Podemos tiene ante sí la posibilidad de obtener un resultado sobresaliente en los comicios autonómicos y de disputar el triunfo al PP y al PSOE en las elecciones generales. Cuando un grupo está en esa tesitura, comparece con su gente y con su propio nombre ante los ciudadanos. No es ninguna irresponsabilidad histórica es lo que harían Garzón e IU si contasen con unas encuestas tan favorables como Pablo Iglesias y Podemos. Esto lo sabe muy bien el joven líder de IU, así que no hace falta alargar la argumentación.
Únicamente cabe añadir algo que tiene más que ver con el mercado de los votos que con las estrategias políticas. Aunque la opinión dominante mantenga lo contrario, acudir con dos marcas a las elecciones aporta ganancia de escaños. En mayo del año 2011 el centro-derecha asturiano se presentó ante las urnas autonómicas con dos candidaturas (Foro y PP) y obtuvo, en conjunto, 26 escaños (16 Foro y 10 el PP). ¿Alguien puede pensar que una candidatura conjunta, liderada por Cascos y con el paraguas del PP, hubiese alcanzado una cifra tan alta de diputados? Es evidente que no. En el año 1987 también apostó el centro-derecha por dos marcas (AP y CDS) y logró el 44,3% de los sufragios, el porcentaje más alto de toda la etapa autonómica hasta que en 2011 volvió a repetir la experiencia con Foro y PP.
¿Cuándo habría que hablar de irresponsabilidad histórica? Muy sencillo, si celebrados los comicios, los dos grupos siguieran estrategias contrarias al sentir de sus electorados. Si Podemos e IU no se pusieran de acuerdo en gobernar en las instituciones que contaran con mayoría para hacerlo. Ese fue el pecado del centro-derecha asturiano, que tras obtener 26 diputados, fueron cada uno por un lado: Foro formó Gobierno y el PP hizo un frente opositor con el PSOE.