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Juan Neira

LARGO DE CAFE

EL TRÍO Y LA SEÑORA

El debate electoral de Atresmedia ha tenido una gran importancia porque rompe el corsé impuesto sobre los debates televisados por los sucesivos gobiernos de España. Felipe González sólo quiso confrontar con el PP en 1993, cuando el resultado en las urnas era incierto. Aznar no aceptó discutir en los platós cuando era presidente de Gobierno. Hasta el año 2008, con Zapatero en la Moncloa, las campañas quedaron reducidas a los mítines. Rajoy quiso restringir los debates al encuentro con Pedro Sánchez, cuando la política española ya ha roto las costuras del traje bipartidista. La campaña, entendida como mensajes publicitarios en la pantalla, es pura antigualla; es un contenido televisivo que deberían pagar por emitirse como hacen las empresas con sus productos. La campaña electoral son los debates y el resto es baratija de feria.

Sobre el plató quedó en evidencia Mariano Rajoy, porque rehusó medirse con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Todas las encuestas reflejan que son los líderes que pueden optar a ser investidos como presidentes de Gobierno, pero Rajoy eludió el debate a cuatro. Con su actitud fue el gran perdedor de la noche. La bandera del PP quedó en manos de Soraya Sáenz de Santamaría, que captó perfectamente lo que suponía ese debate en su carrera política. Al salir del plató, Soraya ya había mostrado su aptitud para subir el escalón que le falta. Tuvo una actitud impecable en la primera parte del debate: la mejor del cuarteto, en forma y fondo. Encontró un aliado en la absurda actitud del trío de varones, con risitas mientras ella hablaba. El debate dio un vuelco cuando se habló de la corrupción y Soraya quiso convencernos de que el PP es el partido que más lucha contra ella. Pablo Iglesias cortó la farsa con la mejor intervención de la noche. A continuación, Albert Rivera, con titulares de prensa en la mano, señaló que Bárcenas era la causa de la ausencia de Rajoy.

El ganador del debate fue el medio. No hubo ni grandes derrotados ni grandes vencedores. Salieron mejor que entraron Pablo Iglesias (fue el que mostró un estilo más personal) y Soraya Sáenz de Santamaría. Rivera y Sánchez perdieron una oportunidad. El líder de Ciudadanos, que es el político del año, no se adapta al formato de debates. Le sobran nervios, muecas y le falta cerrar las frases. Sánchez prepara concienzudamente las intervenciones, pero no transmite credibilidad. Y la credibilidad en política es todo.

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por JUAN NEIRA

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