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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ENTRE SÁNCHEZ Y LAS URNAS

Fijadas las posiciones de los partidos tras la primera ronda de entrevistas de los líderes con el Rey, entramos en una fase de enredo que bien pudiera servir de argumento para un vodevil. Pedro Sánchez y Albert Rivera se han reunido para dejar las cosas como estaban: el dirigente de Ciudadanos sólo ofrece la abstención ante una hipotética votación de investidura del candidato socialista, advirtiendo que si la oferta de gobierno de Pedro Sánchez incluye a miembros de Podemos, Ciudadanos votará en contra. Con esas premisas queda cerrada la puerta a cualquier complicidad del partido centrista con un gobierno de unidad de la izquierda. Si los socialistas quieren tejer una amplia alianza con partidos de diversas ideologías, en el espectro del centro-derecha sólo les queda recurrir al PNV. Claro está que el apoyo de esta formación conlleva otras complicaciones, porque más allá de su origen católico militante, lo sustancial del partido es su naturaleza nacionalista. En resumen, si Pedro Sánchez quería acercarse a Ciudadanos para adquirir una cierta centralidad ante el intento de Podemos de instalarse en su gobierno, la operación no ha obtenido el resultado deseado.

Durante el fin de semana, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han jugado al ratón y al gato, mandándose mensajes en público e incapaces de hablar el privado. Al final, han logrado conversar un rato. No creo que de charlas tan fugaces se derive ninguna noticia para la gobernabilidad de España. Estamos ante una semana de compás de espera, con una nueva ronda de audiencias en el palacio de la Zarzuela que tendrá como único resultado la negativa de Rajoy para intentar ser investido como presidente. El sábado, el comité federal del PSOE pondrá los puntos sobre las íes y entonces conoceremos cuál es el margen de maniobra de Pedro Sánchez para formalizar alianzas.

Descartado Rajoy, cualquier combinación de gobierno debe ponerse en relación con el coste de oportunidad de no llevarla a cabo. Quiero decir que el fracaso de la operación Sánchez lleva casi inevitablemente a las elecciones anticipadas. Cada partido deberá decidir si es mejor abstenerse y dejar gobernar al candidato socialista o rechazarlo y citarse en las urnas. En el caso del PP la disyuntiva no ofrece duda, pero el resto de grupos están obligados a hacer sus cálculos. El comité federal del PSOE estará condicionado por esa elección: aliado indeseado o elecciones intempestivas.

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por JUAN NEIRA

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