Falta una semana para que se cumpla la mitad del plazo que tiene el Congreso de los Diputados para elegir presidente de Gobierno. Las cosas no se han movido un ápice desde que Pedro Sánchez fracasara en su intento por obtener el respaldo de la Cámara. Los únicos cambios se han producido en el interior de las fuerzas políticas. Podemos atraviesa una crisis interna de imprevisibles consecuencias, como ocurre en cualquier fuerza política donde se enfrentan el número uno y el número dos. Pablo Iglesias dirige una organización incipiente con puño de hierro, así que hay riesgo de ruptura derivada de la fuerza de los puñetazos. Su estruendoso debut en el Parlamento, zahiriendo a todos los líderes políticos con la excepción de Alberto Garzón (IU), sumado a una desnortada y ridícula intervención sobre besos, sexo y pactos, ha facilitado la división del núcleo dirigente. Además, Podemos es un grupo hibridado con dotación cromosómica ácrata, muy sensible al bucle de los particularismos, lo que hace más inviable el método de liderazgo basado en el ordeno y mando desde la capital de España. De los errores de Podemos se beneficia IU, que es un producto conocido y fiable para el electorado que se sitúa a la izquierda del PSOE.
En el PSOE la tensión entre Pedro Sánchez y los barones autonómicos no ha remitido, lo que añade incertidumbre a la negociación sobre la gobernabilidad. Los socialistas siempre guardan las formas, pero eso no quiere decir que el enfrentamiento interno no sea enconado. Las encuestas electorales adelantaron la primavera para Ciudadanos, aunque también iba destacado Albert Rivera a mediados de otoño y el 20 de diciembre se quedó en cuarenta diputados. En cuanto a Rajoy, cabe reseñar que no tiene motivo para la alegría. Ni revive su liderazgo ni el bipartidismo goza de una segunda oportunidad.
En ese contexto, el Partido Socialista planteará iniciativas parlamentarias que sirvan para unir a Podemos y Ciudadanos. Intenta nuevamente Pedro Sánchez resolver el acertijo de cruzar el río en su barca con el lobo, la oveja y la lechuga, sin perder diputados. El problema tiene una solución difícil que no empieza por el procedimiento de hacer de barquero con Albert Rivera dejándolo solo en la otra orilla. Si quería ir a unas elecciones anticipadas con un balance positivo, el pacto con Ciudadanos fue un acierto. Pero si pretende la investidura en las próximas semanas debe salir a remar con Podemos.