Pedro Sánchez nos ha presentado el “gobierno del cambio” formado por veinte personas, con exquisita igualdad entre sexos y variada composición cultural. En el gobierno del cambio alternan ministrables de toda la vida, como Ángel Gabilondo, Jordi Sevilla, Margarita Robles o Josep Borrell, con personajes que nunca pensaron ser ministros pero están ahí haciéndose cargo de carteras imaginativas, como Ética, Economía Global, Sostenibilidad, Regeneración democrática, Refugiados o Reforma Constitucional. Un equipo muy amplio, dispuesto a decidir sobre todo, que incluye asuntos clásicos, como Sanidad, Educación, Justicia, Economía, Asuntos Sociales, y se deja en el tintero cuestiones obligadas, como Industria, Infraestructuras o Administraciones Públicas, para dar entrada a motivos novedosos que en ningún país serio exigen la creación de un ministerio.
El líder socialista ha demostrado una vez más que es un alumno aventajado de José Luis Rodríguez Zapatero (quizás por eso tengan ambos la clásica relación conflictiva que liga a maestro y discípulo) y está dispuesto a dejar el sello posmoderno en cualquier decisión que pase por sus manos. Aquella Bibiana Aido que se hizo merecedora de la ilusionante cartera de Igualdad por su famoso blog, “Amanece en Cádiz”, es el precedente de los actuales ministrables entendidos en sostenibilidad, ética, economía global, refugiados o regeneración democrática. Como en otras ocasiones, Pedro Sánchez incurre en errores conceptuales, al confundir ministros con problemas. Allá donde detecta un problema crea un departamento ministerial. De seguir por esa línea tendremos un ministro del colesterol, del fracaso escolar, de conflictos de pareja, del reciclaje, de la natalidad, de los ruidos, etcétera, hasta llegar al Ministerio de la Infelicidad, por el que rotarán variados titulares sin estar a la altura del encargo realizado por Pedro Sánchez.
El gobierno en la sombra es una frivolidad porque su supuesto presidente sabe que nunca va a nombrar esos ministros. Es muy difícil que el candidato de un partido que, en el mejor de los casos, no superará por mucho los noventa escaños pueda presidir un gobierno monocolor. El acto de presentación, pleno de humor, estuvo plagado de citas de Guardiola, Luis Enrique y Di Stefano, conocidos politólogos. Eché de menos la reflexión de Vujadin Boskov: “fútbol es fútbol”. Pues eso, política es política.