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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA NACIÓN Y LA PASTA

Dentro de las promesas electorales, Pedro Sánchez rinde culto a Cataluña proponiendo “un pacto político con esa comunidad autónoma que reconozca su singularidad y mejore su autogobierno”. Una propuesta que está ya ampliamente cubierta con el actual Estatuto de Autonomía, convenientemente afeitado por el Tribunal Constitucional. El “Estatut” es un pacto político en toda regla, entre las instituciones del Estado y de Cataluña, visible en el apoyo dado por los órganos legislativos de ambos territorios, así como por los respectivos gobiernos que intervinieron en la negociación. El “Estatut” es un monumento a la singularidad catalana, ya que recoge competencias que otras regiones no tienen, como la Policía Autonómica (“Mossos d’ Esquadra”), que aumentan las cotas de autogobierno. Es difícil acentuar la singularidad catalana y aumentar las competencias del poder autonómico sin entrar en conflicto con la Constitución. Como todo esto lo conoce Pedro Sánchez, bien porque entraba en su bagaje cultural cuando se convirtió en el líder del PSOE o porque se lo explicaron luego de llegar al cargo, si ahora insiste en la idea del pacto político, de la singularidad catalana y en la mejora del autogobierno es porque está dispuesto a adentrarse en un terreno de arenas movedizas. Quiero decir que no descarta la idea de llegar a un acuerdo con los independentistas que gobiernan Cataluña a costa de forzar la lectura del texto constitucional. Aunque no lo diga, eso es lo que está esperando Puigdemont desde que se convirtió en presidente de Cataluña. El proyecto independentista, con un entorno internacional hostil y el bono basura catalán, necesita de socios españoles para llegar a algo.

Barones socialistas, como García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, o Fernández Vara, presidente de Extremadura, así como dirigentes del socialismo andaluz, levantaron la voz ante la posibilidad de que las promesas de Sánchez supongan privilegios para Cataluña. Es evidente que la mejora del autogobierno de Cataluña, con todo lo que ya tienen reconocido, sólo puede venir por el aumento de su capacidad financiera. Como el modelo de financiación autonómica es un juego de suma cero, todo lo que gane Cataluña hay que quitárselo a los demás territorios. En resumen, Sánchez debe decir si está dispuesto a dar el título de nación a Cataluña, adosado a un paquete de recursos arrancado a la España pobre.

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por JUAN NEIRA

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