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Juan Neira

LARGO DE CAFE

GUERRA ATÓMICA

Diecisiete miembros del sector crítico socialista que forman parte de la Comisión Ejecutiva Federal presentaron su dimisión para forzar la disolución de los órganos dirigentes del PSOE, dando paso a la constitución de una comisión gestora. Los estatutos del partido contemplan que la dimisión de más de la mitad de la Comisión Ejecutiva implica automáticamente la creación de la gestora. Pese a ello, la reacción de la dirección fue negar las consecuencias orgánicas de las dimisiones. Pedro Sánchez se sigue considerando secretario general y continúa con su plan: reunión del Comité Federal, elecciones primarias el 23 de Octubre, y congreso a primeros de diciembre. César Luena, lugarteniente de Sánchez, considera torticeras las dimisiones que sólo buscan evitar la celebración de un congreso en el que hablen los militantes. A partir de ahora Sánchez va a referirse continuamente a la militancia como fuente de legitimación, sin entrar en debates sobre el espíritu antidemocrático que impregna su hoja de ruta al reservar un tiempo mínimo a sus opositores para que preparen una alternativa. Por no hablar de la locura de convocar un congreso a primeros de diciembre, cuando se espera que haya elecciones el día 18 de ese mes.

Los dos hechos: la dimisión de la mitad de la Comisión Ejecutiva, con petición de comisión gestora, y la respuesta del aparato dispuesto a seguir gobernando el partido con su órgano de dirección mutilado, supone el inicio de la guerra atómica en el PSOE. El 28 de septiembre de 2.016 pasará a la historia por ser el día en que los socialistas acabaron con la unidad orgánica del partido. El sector crítico no reconoce ya a Pedro Sánchez como secretario general, y el aparato considera irrelevante cualquier decisión que tomen sus oponentes, con independencia del puesto que ocupen en la organización hasta ahora. El no reconocimiento de la otra parte supone el fin de la unidad. Óscar López, portavoz socialista en el Senado, encabezó una operación idéntica en Castilla y León, hace un par de años, forzando la dimisión de la mitad de la Ejecutiva. Es curioso que entonces se creara una comisión gestora, mientras que ahora Óscar López, al igual que Pedro Sánchez o César Luena, niegan que las dimisiones a escala federal tengan repercusiones en el partido. Es posible que los críticos no acudan al Comité Federal arguyendo que solo lo puede convocar una gestora. Dos autoridades, dos partidos.

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por JUAN NEIRA

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