Zapatero ha presentado el 37 Congreso Federal Socialista haciendo un guiño a los ciudadanos para que se involucren en el mismo a través del ciberespacio. Sobre los cambios que se van a producir en la dirección del PSOE, Zapatero adelantó que tendrán una mayor participación las mujeres y los jóvenes, argumentando que sobre esos dos grupos de la sociedad se había cimentado la victoria socialista en las pasadas elecciones generales.

El congreso llega en un momento dulce para el PSOE, al superar con éxito el ciclo electoral celebrado el último año, con tres convocatorias a las urnas (municipales, autonómicas y generales). El gran artífice de ese triunfo es Zapatero que ha puesto en práctica una política distinta a la desarrollada por los gobiernos de Felipe González y que ha permitido mejorar las relaciones con otros grupos políticos (IU y nacionalistas) a la par de presentarse como el abogado de amplios sectores de la sociedad (mujeres, homosexuales, jóvenes, ecologistas). Zapatero ha sabido dirigir ofertas diferenciadas para esos grupos, aún a riesgo de ser criticado por quedar en manos de lobbys o redes sociales. El combate de la pasada legislatura entre Zapatero y Rajoy fue un ejemplo de lucha asimétrica, porque mientras Rajoy hablaba de la conciencia nacional, Zapatero seducía colectivos sociales. Tras las elecciones, Rajoy aprendió de la derrota y ahora busca mujeres-símbolo que le solucionen los problemas de imagen en el Parlamento, en Cataluña y en la estructura interna del partido.

El problema que tienen ahora el PSOE y Zapatero es que España se encuentra envuelta en una crisis económica de gran envergadura y parte de los frutos logrados en los años de bonanza van a ser destruidos. No hay un solo indicador económico sano que pueda servir de asidero para insuflar optimismo ante la crisis. Con cerca de 20 millones de personas trabajando (hecho completamente novedoso en la historia de España), la cantidad de gente que irá al paro en un breve espacio de tiempo va a ser espectacular. Por ello, lo más realista sería dedicar el debate del congreso a la crisis económica, empezando por aclarar qué es lo prioritario: enmascarar la crisis con subvenciones o centrar los esfuerzos en luchar contra la inflación.