Javier Fernández y Dolores Carcedo se reúnen con Ramón Argüelles y Gaspar Llamazares para negociar los presupuestos del próximo año. La cita tiene lugar cuando apenas han pasado unos días del debate sobre el estado de la región, donde se puso de manifiesto la brecha abierta entre la izquierda radical y el PSOE. Pese a ello, los representantes de IU dicen que van al encuentro con espíritu positivo y afán constructivo, imagino que los socialistas no les irán a la zaga en buen rollo. Normalmente, las valoraciones políticas priman sobre los números, en la decisión de los grupos parlamentarios. Se bendicen proyectos presupuestos deficientes, o insuficientes, si van de acuerdo con la dinámica política de las fuerzas que los apoyan. Y, viceversa, se rechazan las cuentas que apadrinan gobiernos con los que se tiene una razón hostil, aunque contengan inversiones importantes y abundante gasto social. Quiero decir que el examen objetivo de los proyectos no existe, todo depende del sesgo ideológico o político. El mejor ejemplo es el rechazo, a priori, que hacen los socialistas del presupuesto del Gobierno de Rajoy para 2017. Todavía no conoce las partidas ni el ministro de Hacienda y Antonio Hernando, desde los escaños de la oposición, ya sabe que van a votar negativamente. Una cosa es mojarse en la investidura de Rajoy y otra, muy distinta, es ahogarse con los presupuestos de su Gobierno.
En clave asturiana, el presupuesto de Javier Fernández sólo saldrá adelante con el apoyo del PP, que está moralmente obligado a hacerlo, tras la abstención de los socialistas para dejar gobernar a Rajoy. La izquierda se encuentra desairada por el sector del PSOE que encabeza Javier Fernández, así que la lógica de la política indica que buscarán razones concretas para vestir una decisión tomada con anterioridad. Ahora bien, la relación en el Principado, entre PSOE e IU, ha sido muy estrecha durante bastantes años, así que no cabe descartar una sorpresa, aunque la probabilidad es remota.
Dejemos la politiquería y miremos las propuestas de unos y otros. En lo concreto hay sintonía, porque los tributos medioambientales de IU los puede integrar el proyecto socialista. En cuanto a la política de gasto, digamos que ha dejado de ser un escollo con la crisis económica. Ahora todo se reduce a poner veinte millones más en el salario social, algo que está en la mano de cualquier gobierno. Serán capaces de inventar razones para discrepar.