El doble puente, acueducto, o como se quiera llamar a esta semana donde el santoral, religioso y laico, impide trabajar cuarenta y ocho horas seguidas, congela la política asturiana. Entramos en la fase de las comparecencias parlamentarias para valorar el proyecto de presupuestos, donde hablan portavoces de distintos colectivos sin voto en la Cámara. Se trata de opiniones de grupos relevantes o de personas individuales que llevan adherida la etiqueta oficial de expertos. No creo que sus aportaciones cambien el criterio de los grupos políticos. El trámite parlamentario sigue su curso, pero la imagen está detenida en el plan del PSOE de lograr un presupuesto de apoyo mínimo, con el escueto respaldo de sus catorce diputados (el Parlamento asturiano está compuesto por 45 escaños). Para neutralizar una oposición plural que controla el 48% de la Cámara, el Gobierno socialista prevé la abstención de tres grupos (PP, IU y Ciudadanos), dando por imposible reducir a la pasividad a Podemos y Foro. Los dos partidos díscolos sumarían 12 votos negativos, y el presupuesto saldría adelante con los 14 escaños del PSOE.
No cabe duda de que es mucho más sana y positiva la alianza del sí, que podrían formar PSOE y PP, que el pacto abstencionista con los tres grupos, pero Javier Fernández no quiere exponerse a las críticas del sector de Pedro Sánchez, que esta semana, con su participación en el acto público de El Entrego, tratará de contrarrestar el mensaje de Alfonso Guerra de cierre de filas con la comisión gestora.
El pacto abstencionista cuenta de salida con los diputados de IU y Ciudadanos. Al grupo de Gaspar Llamazares le resulta muy incómodo concebir cualquier estrategia parlamentaria que no guarde sintonía con los socialistas. El caso de Ciudadanos es, aún, más elemental: llevan desde la investidura mostrando su disposición para los acuerdos y por fin van a firmar un pacto que les dará protagonismo, tras pasar el primer tercio de la legislatura sin visibilidad. El problema es para el PP, partido alternativa de poder, que puede quedar diluido dentro de la tripleta abstencionista, con un socio tan incómodo como IU. Razones de Estado, relacionadas con el papel jugado por el presidente de la gestora para posibilitar la investidura de Rajoy, van a impedir al PP votar en contra. Yo, que Mercedes Fernández, votaría a favor, en vez de abstenerme, para que todo el mundo entienda de dónde viene la orden.