A los pocos días de recibir en Asturias la ducha fría del informe Pisa, con unos datos que ponen patas arriba el discurso de la educación del Principado, presenciamos en el Congreso de los Diputados la derogación parcial de la reforma laboral, quedando el Gobierno de Rajoy aislado en la defensa de la norma. Dos asuntos de impacto.
Continúa la operación piqueta, iniciada con la Lomce: es la primera vez en la democracia que el Parlamento comienza el mandato borrando el grueso de lo aprobado en la anterior legislatura. Rafael Simancas, portavoz socialista, dijo que la reforma laboral había creado 380.000 parados; Yolanda Díaz, representante de las ‘confluencias’ de Podemos, fue más contundente: «el PP acabó con todos los derechos».
Es sabido que el pasado año se crearon 525.000 empleos y en los tres primeros trimestres del actual, otros 478.000. Hay consenso entre los organismos internacionales en que el elemento decisivo en la bajada del desempleo fue la reforma laboral. Aviso para navegantes: la precariedad de los contratos, un mal que se achaca a la reforma laboral, ya existía desde los años ochenta del siglo pasado. Es más, la tasa de temporalidad, en la actualidad, es del 27%, mientras que en el largo periodo que va de 1980 a 2008 estuvo por encima del 30% de forma ininterrumpida. Es muy difícil luchar contra los prejuicios.
Pisa
Vamos con el segundo asunto, que nos toca directamente a los asturianos: el Informe Pisa. Desde el Principado se ha propalado el mensaje de que tenemos unos grandes servicios públicos. Rizando el rizo, llegan a decir que gozamos de un gran estado del bienestar, a diferencia de otros. Cualquier persona, mínimamente documentada, sabe que las prestaciones sociales son muy semejantes en las 17 comunidades autónomas. Veamos lo que pasa con la educación.
El informe Pisa correspondiente a 2015 señala que los alumnos de 15 años han sufrido un retroceso generalizado en conocimientos con respecto a los evaluados en 2012 (el estudio se hace cada tres años): seis puntos en comprensión lectora, ocho en matemáticas y dieciséis en ciencias. Las tres materias evaluadas. Pasamos de ser los segundos en ciencias a los séptimos del pelotón autonómico; en comprensión lectora descendimos del cuarto puesto al décimo, y en matemáticas del sexto al décimo. Solo los vascos tuvieron un retroceso en las tres materias.
La diferencia está en la respuesta. En el País Vasco, al día siguiente de conocer los resultados, el lehendakari manifestó la necesidad de hacer autocrítica, se habló de cesar a la consejera de Educación, y se convocó al consejo escolar de la comunidad autónoma. Preocupación y debate sobre las medidas a tomar.
En nuestra región, tranquilidad y optimismo. Desde la Consejería de Educación se tuvo la humorada de decir que «el informe PISA ratifica que el nuestro es un sistema de calidad, sostenible y de equidad». Genaro Alonso se apunta a la máxima de William Randolph: no dejes que la realidad te estropee un buen titular.
El informe PISA concita la animadversión del lobby de la educación porque revela la falsedad del discurso oficial. Su interés es mayor en España que en otros países, ya que los responsables autonómicos hurtan a las familias los resultados de las pruebas oficiales de diagnóstico que realizan sus hijos.
En Asturias, las evaluaciones de diagnóstico de sexto de Primaria, efectuadas en mayo por la Consejería de Educación, no han dejado huella. Ni los equipos directivos de los centros conocen los resultados. Solo los secretos de la defensa nacional están tan celosamente guardados.
Los mismos ciudadanos que pagan con sus impuestos los sueldos de profesores y el mantenimiento de los centros no tienen derecho a saber qué notas sacan sus hijos en las pruebas oficiales ni cómo salen de bien o mal parados los colegios en los que estudian. Así operan los campeones de la transparencia.
Argumentos
Ante la realidad de los datos de PISA, el lobby de la educación se defiende desplegando dos tipos de argumentos: las notas de niños y jóvenes dependen del nivel socioeconómico de los padres y del gasto del Gobierno en educación.
Pues bien, veamos lo que ocurre en la práctica. En España, la comunidad autónoma que saca mejores resultados es Castilla y León, que tiene 1.300 euros menos de renta per cápita que la media española. En gasto por alumno está en sexto lugar, por detrás de Asturias y del País Vasco. El nivel cultural de los padres tampoco es elevado (pensemos en Soria, Palencia, Zamora, Ávila, etcétera). Con peores mimbres que otras regiones saca una diferencia tan importante que le permite colocarse al mismo nivel que los países punteros. No cito el caso de Madrid, segunda comunidad autónoma en resultados, pese a ser sometida a la plaga de la privatización.
El lobby de la educación tiene una última línea argumentativa: los países triunfadores tienen clases con pocos alumnos. El informe Pisa señala que el verdadero elemento diferenciador está en la formación del profesorado. Tener gente culta, competente y comprometida trabajando en el aula es mucho más importante que rebajar la ratio profesor-alumnos.
En un mes nos habremos olvidado del informe PISA, y en Asturias seguirá el curso escolar empujado por la inercia y protegido por la propaganda: no hay duda, somos los mejores.