En la ponencia parlamentaria que trabaja sobre la reforma electoral hay dos bloques bien alineados. PSOE, IU y Ciudadanos están a favor de aumentar la proporcionalidad en el voto, de forma que manteniendo las tres circunscripciones electorales haya una correlación más lineal entre la masa de votos obtenidos y los escaños adjudicados. Los tres partidos pretenden el desbloqueo de las listas electorales, la obligatoriedad de acceder a las candidaturas a través de primarias o la regulación de debates durante la campaña. Tras el informe de los letrados de la Cámara, la mayoría de estas propuestas quedaron descartadas, aunque se mantiene el mecanismo corrector de asignación de escaños. En el otro bloque están PP y Foro que se oponen a las modificaciones expuestas. ¿Qué pasará?
La capacidad de decisión está en manos de Podemos. Si se sume a uno u otro bloque habrá mayoría a favor o en contra de la reforma. De las declaraciones de Daniel Ripa se deduce que las novedades propuestas le parecen poca cosa al partido morado. Quieren que haya listas abiertas y sustitución para los diputados que se vean envueltos en escándalos de corrupción. A Podemos le parece, pese al informe de los letrados, que hay margen para introducir en la ley la obligatoriedad de convocar elecciones primarias y de organizar debates electorales. Estoy convencido que este tipo de consideraciones no va a encontrar el respaldo de ningún otro grupo parlamentario, de modo que, al final, los diputados de Podemos tendrán que optar por abstenerse o votar en contra. En el primer caso habrá reforma y en el segundo seguirán las cosas como están.
En esta cuestión hay una clara divergencia entre la postura que mantiene el PSOE en la ponencia y sus intereses como partido. A los socialistas les perjudica el mecanismo para aumentar la proporcionalidad de los votos. Se podrá objetar que depende de la foto electoral concreta que salga de las urnas. Es cierto, pero si nos fijamos en los resultados obtenidos a lo largo de toda la etapa autonómica se verá que pierden escaños en casi todos los supuestos. Aunque la reforma sea un compromiso adquirido con IU en la investidura, me parece una razón muy endeble para pegarse un tiro en el pie. Dudo mucho que el PSOE acepte un perjuicio tan grave por la firma de un acuerdo que no es ya operativo. Carece de sentido luchar por mantener las circunscripciones electorales para vaciarlas de contenido a través de un artificio burocrático.