Las expectativas sobre la línea de AVE Madrid-Gijón, en todo lo tocante al tramo que va desde la capital leonesa hasta la villa de Jovellanos, han experimentado un cambio radical y, para muchos, inesperado. De la noche a la mañana, la alta velocidad asturiana recupera las vías AVE, que es tanto como decir que el proyecto recupera su naturaleza original que había perdido con las decisiones tomadas por el Ministerio de Fomento en los últimos años. Un conjunto de medidas, de distinto orden, que pasaban por anular contratos, retrasar estudios, no ejecutar partidas recogidas en los presupuestos -en los últimos cinco años quedaron 358 millones de euros sin gastar–, que fueron complementadas con el diseño ‘low-cost’ del tramo León-La Robla: con 18 millones de euros se acondicionaban 20 kilómetros de línea. La mayor ganga ferroviaria del mundo avanzado. Bastaba con tomar un poco de perspectiva para comprender el objetivo que une las medidas diseminadas por el mapa y el calendario: dejar a León como estación término de la línea de alta velocidad que se iniciaba en Madrid. Trenes AVE con ancho internacional de vía desde Madrid a León, y a partir de la capital leonesa el trayecto se convertía en ancho Renfe, hasta llegar a Gijón.
La buena nueva nos la dio el mismo Ministerio de Fomento, sin que se hubiera renovado la cúpula directiva del mismo ¿Cómo abandonó De la Serna el paradigma del ancho de vía Renfe para los asturianos y nos igualó con el resto de España a través del ancho internacional? El ministro no encabezó el cambio de vía, sino que acató la orden de Rajoy. El presidente del Gobierno es un hombre de talante conservador, poco intervencionista, dado a encogerse de hombros, salvo que vea cerca el peligro. Con 35 años de oficio en la política, sabe distinguir entre bravuconadas y amenazas reales. Las declaraciones de Cristina Coto condicionando el voto afirmativo de Foro a los presupuestos generales del Estado a la recuperación del ancho internacional para la vía desde León a Gijón, obligaron a Rajoy a llamar a De la Serna para que convirtiera el digo en Diego.
Rajoy sabe, como sabemos todos, que Cascos es el autor de la estrategia y el que convirtió en cuestión de Estado la defensa de la alta velocidad asturiana. Una vez más, David tumbó a Goliat. El triunfo de un «partidito» –que diría Rivera– hace más visible la desidia y endeblez del Parlamento y Gobierno asturiano, incapaces de hacer frente a un plan que dejaba a la región en vía muerta.