Finalizada la instrucción del sumario, el Sindicato Minero va a pedir la apertura de juicio oral por supuesto delito de apropiación indebida de José Ángel Fernández Villa, el dirigente más destacado del Soma en la segunda mitad del siglo XX y en lo que va del presente siglo. La dirección del sindicato socialista dice sentirse atada por el mandato dado por una asamblea de afiliados en la que se pedía que en el caso de que la gestión del ex secretario general hubiese dañado al patrimonio del sindicato debería dilucidarse su hipotética responsabilidad penal. Al parecer la citada asamblea se celebró a los pocos días de conocerse que Villa se había acogido a la amnistía fiscal para regularizar 1,2 millones de euros que eran opacos para el fisco. Por la puerta abierta por Montoro se coló Villa.
La explicación de los dirigentes del Soma resulta un tanto chusca, ya que supongo que cualquier daño patrimonial causado por un afiliado o empleado del sindicato implicaría una respuesta inmediata de los responsables del mismo intentando resarcirse del perjuicio, bien sea por vía amistosa o judicial. No creo que sea necesario que lo diga una asamblea de afiliados. La mejor forma de saber si se lesionaron los intereses de la organización durante los largos mandatos de Fernández Villa consiste en encargar una auditoría a una firma independiente y de prestigio, aún a riesgo de que salgan otros nombres propios a la palestra. Deben decidir si quieren depurar responsabilidades, con todas las consecuencias, o limitarse a dar lanzada a moro muerto.
Desde una perspectiva política -no judicial- chirría que los mismos que ensalzaron a Villa, compartieron tareas de dirección e instrumentaron sus decisiones, sean ahora los que encabecen la revisión de la época de máximo poder del Soma. Esta es la cuestión. Resulta un ejercicio artificial hacernos creer que el Sindicato Minero era una institución transparente, con un solo y aislado defecto: las prácticas de su omnímodo jefe. Si en la contabilidad tomaban asiento los tiques de los consumos personales de Villa y los extractos de los atípicos cargos que realizaba con sus tarjetas bancarias, sin que nadie hubiera detectado nunca una anomalía, merece la pena que se analice de forma pormenorizada toda la lista de gastos apuntados, al igual que la nómina de ingresos. Dicho de forma gruesa: ¿no hubo ningún otro dirigente liberado que se haya beneficiado asiduamente del propio sindicato?