Una frase pronunciada por Javier Fernández en el seno del Comité Autonómico («no se le antojó») ha dado trabajo a los exégetas. Los hay que ven en ella un dardo lanzado hacia la diana de los ‘sanchistas’, mientras que otros creen que va destinada hacia Unidos Podemos. Es curioso que lleguen a conclusiones distintas personas que estuvieron en la misma sala escuchando atentos la intervención del todavía secretario general de la FSA. Para que un discurso se preste a confusión tiene que tener una deliberada carga de ambigüedad. Si hubiera nombrado a Pedro Sánchez o a Adriana Lastra, seguro que todo el público se habría quedado con la misma versión. Si hubiese citado a Gaspar Llamazares, Daniel Ripa o Emilio León, nadie dudaría de que el antojo estaba situado a su izquierda. La ambigüedad, no obstante, presenta ventajas, al mantener una cierta indeterminación se evitan las réplicas agresivas, porque no hay constancia de haber sido aludido. Se evita la confrontación. Esa es la posición desde la que discursea Javier Fernández, al estar en minoría en el Parlamento y en el partido, no le interesa ir a un choque directo.
No conozco el contexto de la frase pronunciada por el presidente, así que prefiero quedarme con la evidencia: ni los grupos de izquierda de la Cámara están interesados en pactar con el Gobierno socialista ni los ‘sanchistas’ están por la labor de hacer prisioneros en el congreso de la FSA. Un acuerdo parlamentario con Podemos e IU, y una candidatura de unidad para las Primarias y el Congreso de la FSA devolvería a Javier Fernández al punto más alto de su estima política. Cuando faltan menos de dos años para las elecciones, los grupos de la izquierda de la Cámara no van a hacer los acuerdos que quedaron sin rubricar en la primera mitad de la legislatura; los ‘sanchistas’, por su parte, no están interesados en dar aire al presidente, sino en relanzar la figura de un nuevo secretario general, con la vista puesta en los comicios de 2019.
La confusión en que incurren los oyentes del discurso del presidente del Principado revela, también, que la estrategia de los ‘sanchistas’ y de los grupos a la izquierda del PSOE es coincidente. Quieren derrotar a la socialdemocracia de toda la vida. La convergencia en posiciones nítidas de izquierda es producto del giro impulsado por Pedro Sánchez. Oyendo al nuevo líder socialista descubrimos que el destino de España es convertirse en Portugal. Si un día cantan Grândola Vila Morena, prometo una lágrima.