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Juan Neira

LARGO DE CAFE

BOICOT EMPRESARIAL A LA INDEPENDENCIA

Para saber lo que va a suceder en la crisis catalana hay que analizar lo que ya pasó. Es necesaria una valoración de cuarenta días de acontecimientos extraordinarios, sin precedente en nuestra democracia, para alumbrar cómo terminará el intento de separar a Cataluña de España.

El bando de los independentistas ha acreditado que es capaz de retorcer las instituciones, contraviniendo leyes y reglamentos, para adaptarlas a sus objetivos. No existe otra legalidad que la que ellos van dictando según conveniencias coyunturales.

Así lo hicieron el seis y siete se septiembre para aprobar las leyes de referéndum y desconexión, y lo volvieron a hacer el diez de octubre, cuando Puigdemont leyó su controvertida declaración de independencia en el “Parlament”, dando por aprobada la suspensión de la independencia por decisión de la Cámara, sin que ningún diputado pudiera votarla.

MOVILIZACIÓN

Otro rasgo del bando independentista es su capacidad para ejecutar en la calle sus planes. El 1-O surtieron de urnas y material electoral a los colegios destinados a las votaciones. Por más que Rajoy afirmara que no iba a haber urnas ni papeletas, los independentistas lograron montar una infraestructura electoral mínima en condiciones muy desfavorables. También movilizaron a miles de seguidores en acciones de intimidación ante sedes de la Generalitat y de la Justicia.

Una habilidad destacada del conglomerado de fuerzas independentistas es la interpretación mediática de los sucesos. El momento cumbre del “procés” estuvo en el día del referéndum. Cuando llevaba poco más de una hora la Policía Nacional y la Guardia Civil interviniendo en los colegios, los líderes independentistas se olvidaron de los votos para hablar exclusivamente de los “heridos”.

Supieron cambiar el sentido de la jornada: la pugna dejó de ser entre constitucionalistas e independentistas para convertirse en un pulso entre violentos y pacíficos. Esta visión causó impacto en la opinión pública internacional.

En algo menos de cuarenta días, los independentistas recorrieron el trecho que va de la aprobación de leyes de ruptura a la proclamación de la república independiente. Tiempo récord.

El bando constitucionalista cuenta, también, con importantes activos que se pusieron en juego tras la aciaga jornada del referéndum, demostrando que la crisis catalana es una suma de órdagos del independentismo y respuestas del constitucionalismo.

La actitud del Rey, con un discurso contundente, ajeno a las equidistancias formales que reclamaban Podemos y los nacionalistas, ha sido una baza clave para el rearme de los partidarios del orden constitucional. Felipe VI mostró la firmeza que le faltó al Gobierno.

BELIGERANCIA

Un insospechado aliado para el bando constitucionalista estuvo en la beligerancia del empresariado. Tras la celebración del referéndum de autodeterminación, 531 empresas trasladaron su sede social fuera de Cataluña; la gran mayoría (389) en los primeros días de esta semana. Entre las sociedades mercantiles que se fueron está lo más granado del tejido empresarial catalán, tanto en el sector financiero, energético, inmobiliario, infraestructuras, servicios básicos, etcétera. La mitad del PIB catalán ha buscado cobijo en otras regiones españolas.

Este es, sin duda, el hecho más notable desde que el Gobierno de Puigdemont decidió crear una república independiente.

La conversión del sentimiento nacionalista en movimiento político fue una creación de las burguesías locales. Cataluña fue un ejemplo. Pues bien, la propia Cataluña nos muestra el nuevo paradigma: en los tiempos de la globalización, las aspiraciones independentistas de los partidos nacionalistas chocan con las necesidades de la burguesía que los constituyó.

En el pasado, el nacionalismo era útil a las empresas del territorio con la política del arancel. Así se desarrolló el sector textil catalán. Ahora, en un mercado global, no se puede progresar con el arancel por bandera; lo que las grandes empresas necesitan son normas claras y transparentes, estabilidad política e internacionalización económica. Justo lo contrario de lo que ofrecen los antiguos “convergentes”, Esquerra Republicana de Cataluña y la CUP.

MAYORÍA SILENCIADA

El tercer gran activo de los constitucionalistas es el despertar de la mayoría silenciada, que lleva dos grandes manifestaciones por las calles de Barcelona en cuatro días. La fuerza de las instituciones españolas, la apuesta del empresariado y la respuesta de los catalanes unionistas son los tres argumentos que darán la victoria a los constitucionalistas.

Una respuesta airada de los independentistas a la aplicación del artículo 155 de la Constitución sólo serviría para acelerar su derrota, ya que las contradicciones entre los independentistas harían saltar por los aires el “govern” de Puigdemont.

Ignoramos el recorrido de la crisis, que va a tener un alto coste para Cataluña y para España entera, pero el fracaso del independentismo viene anticipado por la falta de aliados internacionales, la división del pueblo catalán y el rotundo boicot del empresariado.

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por JUAN NEIRA

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