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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA HUELLA DE FORO

En 48 horas se ha pasado de registrar Martínez Oblanca una enmienda a la totalidad del proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE), a la firma de un pacto sobre las cuentas entre el PP y Foro. Del máximo disenso (enmienda a la totalidad, nada de desacuerdos parciales) al máximo consenso (acuerdo con cláusulas cerradas). El tránsito de una a otra posición ha sido posible porque el Gobierno ha aceptado aumentar en 53 millones la inversión en Asturias. ¿Es mucho o poco? Es un 27% más de lo que constaba en el proyecto de cuentas aprobado en el Consejo de Ministros. En el conjunto de las comunidades autónomas, Asturias deja de recibir una cantidad discreta del Gobierno para situarse entre el grupo de territorios favorecidos por el reparto de recursos. Hay autonomías que tienen asignada una mayor inversión, faltaría más, pero hemos ganados bastantes puestos en la comparativa regional. De la secuencia política que va de la discrepancia al acuerdo se deben sacar algunas consecuencias.

Un año más el Gobierno llega al Parlamento con una propuesta manifiestamente mejorable desde la óptica de los intereses asturianos. Los puntos flojos del proyecto de presupuestos se concentraban en incumplimientos del pasado. Después de enterrar miles de millones de euros en la variante de Pajares, tras interminables discusiones sobre intercambiadores, traviesas polivalentes y triples hilos, resulta que el tren de alta velocidad iba a tardar tres horas y veinte minutos entre Madrid y Gijón. Cincuenta minutos más de cómo estaba diseñado hace quince años. Lo que vale para el ministro del ramo no debe ser aceptado por los representantes de los asturianos. Al final, como ya ha ocurrido el pasado año, la cúpula del Gobierno tuvo que salir a apagar fuegos poniendo más dinero sobre la mesa y comprometiéndose por escrito a que el AVE asturiano responda a su nombre: alta velocidad.

También llama a la reflexión la manera de lograr el incremento sensible en las inversiones. Vale más la presión de Martínez Oblanca que la suma de diputados del PSOE y del PP. Una aritmética parlamentaria muy extraña, en la que uno es más que siete. El otro día decíamos, desde estas líneas, que los diputados del PSOE y del PP no pueden analizar las cuentas del Estado desde la exclusiva óptica de los intereses de su tierra chica. Tampoco se puede caer en el defecto opuesto sacrificando los intereses de la región en beneficio de otros. ¿El día que no esté Oblanca, quién hará esa labor?

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por JUAN NEIRA

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