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Juan Neira

LARGO DE CAFE

ÚNICA SOLUCIÓN

La moción de censura socialista reduce la política española a una clave binaria: Gobierno de Pedro Sánchez o continuismo. Si miramos el conjunto de los problemas que nos rodean descubriremos que la receta de la censura no sirve para hacer frente a la complejidad de los retos que nos aguardan.

De los grandes y graves problemas del presente (desafío independentista, corrupción, pensiones, deuda pública, desempleo), si exceptuamos la corrupción, en la que cabe presumir que las cosas irían mejor con un gobierno de Pedro Sánchez –no porque en esa materia los socialistas carezcan de antecedentes lamentables, sino porque es imposible hacerlo peor que Rajoy–, en el resto de asuntos no hay datos que nos permitan concluir que las perspectivas mejorarían.

La sentencia del ‘caso Gürtel’ fue recibida por Rajoy con su inveterada indolencia: mientras el Tribunal Supremo no case la sentencia, huelga mover un dedo; el presidente mantiene el principio de agotar las legislaturas, así que la estabilidad del Gobierno está garantizada. Una respuesta provocadora e irritante ante la gravedad de los hechos probados.

El mismo Pedro Sánchez, que era un hombre de Estado, se convirtió en un político temerario por mor de la moción de censura, según el presidente. Esa doble vara de medir que utiliza Rajoy con Sánchez y Rivera, según le secunden o le critiquen, lo convierte en un gobernante esencialmente egoísta que utiliza el trampantojo de los intereses generales de España para defender sus intereses políticos y personales. Subrayo lo de personales porque es difícil entender su contumacia en mantenerse en la poltrona si no fuera el lugar más seguro para navegar entre los arrecifes judiciales.

Apoyos temerarios

Vamos con la iniciativa socialista. Lo mínimo que hay que exigir a Pedro Sánchez es que la solución propuesta (moción de censura) no sea más peligrosa que el problema planteado (continuismo de Rajoy).

Sustituir al Gobierno de Rajoy por otro socialista, monocolor, apoyado en 84 diputados, es una alternativa jamás experimentada en el Congreso de los Diputados.

Añádase a ello que de los otros tres grandes grupos parlamentarios, dos están en contra, PP y Ciudadanos, y el tercero, Podemos, le brinda un apoyo táctico. Sobre este particular hay que hablar sin rodeos: año y medio de legislatura constituye un periodo de tiempo suficiente para afirmar que Pablo Iglesias sólo acepta investir a Sánchez para desgastarlo en el Gobierno. Juego de Tronos.

Con esas premisas, para encumbrar de presidente a Pedro Sánchez tendrá que recurrir al apoyo de las fuerzas anticonstitucionalistas, ERC y PDeCAT. No se puede limpiar la basura del ‘caso Gürtel’ con la escoba de Quim Torra y Puigdemont.

Para quitar hierro a los apoyos, Pedro Sánchez manifestó que Ana Pastor presidía la Cámara gracias al voto independentista. La comparación es una broma de mal gusto. Ana Pastor ordena la agenda parlamentaria y los debates, pero al Gobierno de España le toca tomar decisiones extraordinarias sobre Cataluña. Oyendo a Pedro Sánchez daba la sensación de que hablaba para una escuela de verano de cuadros socialistas. En una situación tan crítica como la que se vive en la política catalana, gobernar gracias al respaldo de los independentistas es una ofensa.

Atajo

Metidos de hoz y coz en el juego binario de la moción de censura, la única salida razonable es la que propuso Albert Rivera a Pedro Sánchez: sacar adelante la moción de censura con un programa de un solo punto, la convocatoria inmediata de elecciones generales.

Cuando presentó la moción de censura, el líder socialista habló de atacar la corrupción institucional, regenerar la vida democrática y atender las urgencias sociales. Se convocarían elecciones, pero más adelante, sin dar plazos.

Pedro Sánchez oculta que la moción de censura tiene para él un objetivo particular: preparar con tiempo las elecciones generales desde el palacio de la Moncloa.

Como los sondeos electorales sitúan al PSOE en tercer o cuarto puesto, estando en la oposición, es preciso alcanzar el poder para tratar de invertir la tendencia. Sánchez lleva desde 2014 soñando con un atajo para llegar al poder y la corrupción del PP se lo acaba de brindar.

Si las urnas no te son propicias, siempre cabe echar mano de una maniobra política sin hacer ascos a los aliados.

Las urnas

Cobremos perspectiva. Como la Constitución española establece que las mociones de censura en España son «constructivas» (no se puede quitar a un presidente sin reemplazarlo automáticamente por otro), echar a Rajoy implica investir a Sánchez.

Políticamente es necesario poner fin al Gobierno de Rajoy, pero no hay una mayoría social ni política (a no ser que se recurra a los antisistema del independentismo) para proseguir la legislatura con un Gobierno socialista. Pedro Sánchez debe renunciar a vías espurias y aceptar la solución propuesta por Rivera.

No está España para juegos en el alambre con gobiernos de base multipartidista, heterogénea y contradictoria, que necesita el voto favorable de diputados con lazo amarillo en la solapa. No salgamos de Guatemala para caer en Guatepeor.

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por JUAN NEIRA

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