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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA CULPA ES DE OTROS

El juicio de José Ángel Fernández Villa empezó con el interrogatorio del susodicho a cargo de su abogada. No aceptó responder al fiscal. Durante un periodo de hora y media de preguntas y respuestas, el ex secretario general del SOMA repitió los mismos argumentos y disculpas que ya constaban en el sumario, a saber, que él no sabía nada de nada y que las decisiones de todo tipo, incluyendo el vehículo todoterreno japonés de su propiedad o la gestión de sus teléfonos móviles, las tomaron otros. Si los apuntes de contabilidad del sindicato resultan comprometedores, Villa se distanció de ellos declarándose ajeno a los asientos de ingresos y cargos, volcando la responsabilidad en el empleado que llevaba los libros contables y en los responsables de organización y administración del SOMA. El todopoderoso jefe sindical no tenía nada que decir de la financiación de su organización ni de los pagos que asumía, ya que todo lo elaboraban sus colaboradores. Más fuertes, aún, fueron sus explicaciones sobre algunos documentos en los que resulta legible su firma, diciendo que se trataba de firmas falsificadas por el contable y la secretaria. Dos humildes empleados cometiendo flagrantes delitos y maquinando contra el temible jefe del sindicato. Del relato de Villa se desprende que eran dos inconscientes que se exponían a perder su trabajo y acabar en el banquillo de los acusados. La vida nos muestra cosas increíbles, pero no parece que en este caso sean probables.

Recuerdo que cuando EL COMERCIO publicó, en exclusiva, el interrogatorio íntegro de Villa que consta en el sumario, tuve la sensación al leerlo de que el dirigente sindical se declaraba absolutamente irresponsable de cualquier acto de disposición en su sindicato. Daban ganas de preguntarle que nos dijera alguna cosa con respecto al SOMA, por pequeña que fuera, que emanara de su voluntad. Puesto a ignorar, hasta la clave de su teléfono móvil le era ajena.

En el juicio oral, al igual que en el sumario, lo que trasluce es que el quebranto de la salud de Villa no le hizo incurrir en incoherencias. Entendió las preguntas y supo contestar de la forma más conveniente para sus intereses. Todo lo que dijo tiene una lógica y un objetivo: ponerse al abrigo de la acusación de haber cometido un delito de apropiación indebida continuada, valorado por el SOMA en 434.158 euros. Villa ha pasado con nota el test del interrogatorio. No cayó en ninguna contradicción: los responsables siempre fueron otros.

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por JUAN NEIRA

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