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Juan Neira

LARGO DE CAFE

LA ADULTERACIÓN DEL CENSO ELECTORAL

En su gira latinoamericana, Pedro Sánchez declaró que es una necesidad urgente acabar con el voto rogado de los emigrantes para que puedan participar sin trabas en las próximas elecciones. Fijando la mirada en la supuesta colonia de compatriotas, el presidente del Gobierno declaró: «Os queremos en la vida política española, queremos escucharos».

El voto rogado fue producto de un acuerdo entre los dos grandes partidos en el año 2011, al que se sumaron formaciones nacionalistas, que consiste en aumentar los trámites burocráticos para el voto de la emigración. Al incrementar las trabas cayó en picado la participación.

Antes de implantarse esta modalidad, en los comicios autonómicos de 2007 votaron 15.000 asturianos del exterior. Con el voto rogado, en 2012, lo hicieron 2.863. En los comicios autonómicos de 2015 fueron 2.780 los que participaron. Tendencia decreciente.

La reforma de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) fue claramente restrictiva a través de dos medidas: el voto rogado, y creando la obligación de empadronarse para participar en los comicios municipales. Los llamados ‘españoles de la diáspora’ se quedaron sin poder elegir alcalde desde el otro lado del charco.

Esta última medida apenas suscitó resistencia porque los intérpretes de la Constitución pusieron encima de la mesa el argumento de que en los comicios locales votan los vecinos, así que si no se está avecinado no se puede participar.

El motivo por el que Pedro Sánchez quiere suprimir el voto rogado no es otro que legislar a favor de los intereses de su partido, ya que en todos los comicios, entre PSOE y PP logran atraer a más del 75% de los sufragios del exterior.

Picaresca

Cabe preguntarse la razón por la que el bipartidismo introdujo la fórmula del voto rogado. La respuesta no es otra que el escándalo del voto de la emigración, con las sacas llenas de papeletas viajando en avión o barco desde Latinoamérica –y otras áreas del mundo– hacia España, con el objeto de ser abiertas en la Junta Electoral para escrutar las papeletas.

Hubo y hay tanta picaresca en este trámite, que hace diez años Núñez Feijóo planteó que se pongan urnas en los consulados y se acabe con el timo del voto por correo. En Asturias, el voto de la emigración fue fundamental para investir presidente a Javier Fernández, en 2012, ya que en las urnas asturianas había salido una mayoría del centro-derecha.

Ahora bien, el debate sobre el voto rogado es una anécdota al lado del verdadero escándalo que no es otro que la composición del censo electoral. Veamos.

En la LOREG se habla del censo electoral de residentes ausentes. Si nos ceñimos a la lógica de las palabras, si la ausencia es permanente difícilmente se puede ser residente. En la ley se habla de los residentes ausentes temporales que son aquellos que por motivo de estudio o trabajo están una temporada más o menos larga fuera de España. Nadie en su sano juicio puede negarles el derecho al voto porque son tan españoles y asturianos como cualquiera de nosotros.

También aquellos que nacieron en España y quedaron a vivir para siempre en el extranjero deben tener indefinidamente el derecho al sufragio.

El problema –y el escándalo– es que la ley contempla, por ejemplo, que un ciudadano nacido en Monterrey (México), hijo de mexicanos, por el hecho de tener un abuelo asturiano que un día emigró a México, pueda elegir a los diputados de la Junta General del Principado en pie de igualdad con un asturiano que nació en Infiesto o Mieres, y vive, trabaja y paga impuestos en Asturias.

Como los legisladores son capaces de las mayores extravagancias, un día declararán fuera de la legalidad a la ley de la gravedad, del mismo modo que han logrado llenar el censo electoral español de argentinos, cubanos, mexicanos, venezolanos o belgas.

Un señor que nació en Rosario (Argentina) y ejerce de argentino en su vida cotidiana, resulta que por tener un abuelo asturiano tiene derecho a votar en las elecciones autonómicas y apoyar con su voto un modelo de sanidad o educación que él no va a gozar ni sufrir, ni tampoco a costear, porque no aporta ni un euro a las arcas públicas asturianas. Demencial.

Falsos ausentes

El voto rogado redujo drásticamente el voto del exterior, pero si ahora se elimina, el impacto artificial en las urnas del voto de los residentes ausentes puede ser decisivo. Como es un censo que está totalmente adulterado y de asturiano sólo tiene una pequeña parte, resulta que crece cada año, mientras el censo de los residentes presentes –los asturianos del interior, afectados por el resultado electoral–, disminuye cada mes.

En 2012 había 89.000 residentes ausentes, en 2015 ya eran 106.000, y en 2018 alcanzan la cifra de los 116.000. La progresión no se nutre especialmente de los jóvenes universitarios en paro que salen a buscarse la vida fuera de España (ausentes temporales), ya que las grandes bolsas de residentes ausentes se concentran en Argentina, Cuba y México. En Inglaterra sólo hay 2.300 y en Alemania, 3.300.

Permitir la adulteración del censo electoral es una estafa al sistema de representación que ningún líder político se ha atrevido a denunciar.

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por JUAN NEIRA

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