A la actual legislatura autonómica no le llegó el momento de ponerle epitafio, pero cabe suponer que alcanzado el día colgará de ella la leyenda de «cuatro años perdidos». Básicamente, por falta de acuerdos. En Asturias nunca fue fácil el pacto político y con la fragmentación parlamentaria las desavenencias colapsan el mandato.Los acontecimientos han evolucionado de una manera que el cuatrienio puede finalizar con doble desencuentro: en el interior, sin posible acuerdo entre Gobierno y oposición sobre los presupuestos de 2019, y en el exterior, aislados de Madrid por el cortocircuito producido entre los presidentes Sánchez y Fernández.
El proyecto de cuentas del próximo año, que tanto preocupa a la Fade, no llegará a feliz término ya que las dos vías para acordarlo están obturadas.
El pacto de las izquierdas, o más concretamente, el entendimiento entre PSOE y Podemos, no es plausible. Desde el año 2015 se ha intentado una y otra vez terminando todas en fracaso. El recelo mutuo no se va a diluir cuando quedan unos meses para competir en las urnas.
La otra vía es la entente con el PP. Socialistas y populares han pactado en más de una ocasión en las dos últimas legislaturas, pero esta vez el presidente del Principado ha vetado al PP.
Javier Fernández ha dejado claro que el acuerdo será de izquierdas o no será. Veredicto: prórroga presupuestaria. La oferta de Mercedes Fernández para negociar las cuentas ha caído en saco roto.
El tiempo útil de actividad institucional se empleará en asuntos poco relevantes como el diseño del órgano de gobierno del área metropolitana, un ente fantasmal que servirá para procurar empleo a media docena de allegados. El área metropolitana real ya quedó configurada a golpe de decisiones municipales, absentismos regionales e inversiones empresariales durante las tres últimas décadas.
El territorio ya está ocupado, duplicado y descoordinado. Sin remedio.
Teléfono rojo
Lo más preocupante del final de mandato es la falta de interlocución con Madrid. El teléfono rojo, si algún día se utilizó, está desconectado.
Sucede esto cuando José Luis Ábalos nos deja fuera de su particular mapa de infraestructuras y la Zalia manda un S.O.S a Puertos del Estado para no entrar en causa de disolución. Se interrumpe la comunicación cuando la Generalitat catalana vuelve al Consejo de Política Fiscal y Financiera, aunque sea representada por un subdirector general, para enterarse de cómo van a ser los criterios del nuevo sistema de reparto del dinero.
Ambos problemas, infraestructuras y financiación, no pueden quedar aplazados hasta que haya un nuevo inquilino en Suárez de la Riva 11.
En infraestructuras no se puede cargar toda la responsabilidad sobre Fernando Lastra, el consejero del Principado que más ha sudado la camiseta en las dos legislaturas de Fernández. El otro día le comía la oreja a José Javier Izquierdo, secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Fomento, en el acto organizado por los empresarios sobre el Corredor Atlántico.
Lastra aprovecha cada cita institucional a la que es convocado para hablarle al oído al preboste madrileño de turno, cuchicheando como beata en el templo, suplicando solución para los males de Asturias.
El Principado tiene otros cauces para explicarse y la variante de Pajares, la red de cercanías ferroviaria, el plan de vías de Gijón o la Zona Logística deben tener un nivel de interlocución por encima del consejero de Infraestructuras.
Así es en otras comunidades autónomas y así era en Asturias hasta que se produjo el cortocircuito entre Sánchez y Fernández. Desde entonces cada vez que Sánchez visita Asturias, Fernández tiene problemas de agenda.
El ‘puente’
Como ante cualquier emergencia eléctrica, el socialismo tira de voluntarismo, realiza un «puente» y desde la sede de la FSA se habla con la Moncloa, con los ministerios, con Ferraz… Para reforzar esta vía alternativa desde la otra parte del tendido se ha reclamado la presencia de María Luisa Carcedo y Faustino Blanco para asegurar la traducción de los mensajes. Son intentos voluntaristas, obligados para evitar la catástrofe.
Digámoslo sin ambages, la única línea de teléfono rojo entre Madrid y Asturias que funciona las veinticuatro horas del día, sin interrupción, es la que une a Adrián Barbón y a Adriana Lastra.
José Luis Ábalos está dispuesto a desmontar el plan de vías de Gijón y a suspender el plan de mejora para las cercanías ferroviarias del anterior Gobierno. La Zalia agoniza y el ministro no da permiso para aportar los cuatro millones de euros que necesita para hacer frente a los pagos urgentes (Puertos del Estado hace cinco años que no aporta nada a la Zona Logística que se financia con dinero del Ayuntamiento de Gijón y del Principado).
Todo lo que necesita Asturias del Ministerio de Fomento ya lo tiene Valencia –la tierra de Ábalos– por multiplicado, al ver condonada su deuda portuaria de 350 millones.
La ‘España vacía’ (Asturias y otras cinco regiones en declive demográfico) demanda a Pedro Sánchez un nuevo sistema de financiación que contemple ayudas por despoblación. No sabemos si la petición fue por fax o por e-mail.
Qué grandones somos. Nos agobian los problemas y declaramos persona ‘non grata’ al presidente del Gobierno de España.