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Juan Neira

LARGO DE CAFE

IMPUESTOS Y OBRAS

En una intervención púbica en Llanes, Adrián Barbón repasó los principales asuntos de la actualidad. Me referiré a dos de ellos. El candidato socialista a la Presidencia del Principado defendió que las rentas más altas tengan un mayor gravamen fiscal para contribuir al sostenimiento del Estado del Bienestar. Aludía al proyecto de presupuestos pactado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, en el que se contempla un endurecimiento de la presión fiscal para la gente que gane más de 130.000 euros anuales y un gravamen aún más oneroso para los que tienen ingresos por encima de los 300.000. Como principio que inspira la legislación positiva me parece adecuado. En España, el IRPF tiene ya una escala progresiva, de tal forma que paga más el que más gana. Se puede aumentar la progresividad, siempre y cuando no sobrepase un determinado nivel que incentive la evasión fiscal. En cualquier caso, por esa vía apenas mejora la financiación de los servicios públicos, ya que con la propuesta acordada entre PSOE y Podemos sólo se recaudarán 400 millones al año, una parte ínfima de lo que se ingresa por el conjunto de las rentas afectadas por el IRPF. La obsesión por aumentar el gravamen de las rentas altas o muy altas es de Pablo Iglesias, mientras que a Pedro Sánchez no le hacía muy feliz la idea, pero tuvo que ceder en aras al acuerdo. A Pablo Iglesias no le importa que apenes aumente la recaudación (un incremento por debajo del 1%), ya que lo único que le interesa es subrayar la dimensión ‘peronista’ de su discurso, como portavoz de los ‘descamisados’ frente al egoísmo de los acaudalados. No sé si hace falta decir que es un discurso demagógico y un tanto contradictorio, máxime cuando se escribe desde la ‘dacha’ de Galapagar.

Adrián Barbón prometió que va a exigir rigor al Gobierno de Pedro Sánchez en las actuaciones que tengan que ver con Asturias. Según él, Íñigo de la Serna no lo tuvo. Durante el Gobierno del PP hay que distinguir dos periodos desiguales; el primero, con Ana Pastor de ministra, se empantanaron las obras; el segundo, con Iñigo de la Serna, las vacilaciones iniciales dieron paso a la mejora de los proyectos y a la asunción de compromisos, aunque la moción de censura cortó, abruptamente, su gestión. Ábalos debería continuar ese trabajo y, por desgracia, hasta ahora no hizo otra cosa que poner dificultades. A ver si Barbón tiene suerte y le convence para que tire por las actuaciones de Asturias aunque no le resulten tan relevantes como el puerto de Valencia.

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por JUAN NEIRA

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